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Gisbert vaticinó que López Abad se iba «a cargar la CAM en cinco años»; falló, lo hizo en diez años
FRANCISCO D GONZÁLEZ – Que Roberto López Abad no era precisamente Warren Buffet era algo que tenían claro en el Banco de España, pero no tanto en Alicante, donde era considerado por todos, incluidos los medios de comunicación, poco menos que como la reserva espiritual y financiera de la provincia.
Entre los pocos contestatarios a la otrora constante loa al hiperindemnizado ejecutivo se encontraba su predecesor en la dirección general de la CAM, Juan Antonio Gisbert, alias El chunguito, como le bautizó Pedro Nuño de la Rosa. Cuentan las lenguas viperinas de Alicante que cuando Gisbert dejó, o le echaron de la caja, allá por el 2001, afirmó a un importante miembro del consejo de administración: «Os estáis equivocando, Roberto se carga la caja en cinco años».
Gisbert se equivocó, erró en sus predicciones. Se la ha cargado en diez años. Para cerrar el círculo de su desconfianza hacia su sucesor y el equipo de éste, ni corto ni perezoso cogió su abultado plan de pensiones y se lo llevó para que lo custodiara el BBVA.
¿Harán lo mismo ahora los directivos que se han embolsado 13 millones por prejubilarse? ¿Dejarán el dinero de su retiro dorado en la que fue su caja? Otro que estaba en el error es el ex conseller de Economía, Gerardo Camps. En pleno debate sobre la fusión CAM-Bancaja, el ahora senador se despachó un día en los pasillos de Les Corts con una confesión, de parte, a los periodistas: «La CAM entrará en pérdidas en 2010». También erró el tiró. Las pérdidas llegaron en el primer semestre de 2011. Habría dado en la diana si el Banco de España no hubiese permitido a la caja maquillar sus cuentas con artificios contables, legales, pero artificios en definitiva.
La que sí adornó su nómina fue la celebérrima María Dolores Amorós, quien la tarde antes de la intervención del Banco de España quería colocar de director general adjunto a Francisco Martínez, el mismo que era director general de riesgos en la época que la CAM se hinchó de ladrillo. Amorós, al igual que López Abad, tampoco gozaba del reconocimiento de Madrid, donde no gustaban sus formas y se dudaba de su competencia. Y si no que le pregunten a Luis Berenguer.
La ex directora general demostró ser más diestra a la hora de conformar sus emolumentos (593.000 euros al año y una pensión para el resto de su vida de 370.000 euros anuales). El mismo mes que Amorós y Modesto Crespo acordaron el espectacular sueldo para la primera, la CAM cerraba el ejercicio con una morosidad del 9%, la más alta del sector en España. ¡Y nos la querían cambiar por un botijo!
Ella no se equivocó. |
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