Los directivos de la entidad cobraron 18 millones de euros en los últimos cuatro años
JUAN EMILIO MAÍLLO / Madrid Siete miembros del consejo de administración de Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) recibieron en los 4 últimos años préstamos por 71 millones de euros, equivalentes al 96% de la cantidad otorgada al conjunto de consejeros. Entre los beneficiarios está el ya ex presidente Modesto Crespo.
Crespo, que presidía la caja que el pasado viernes fue intervenida por el Banco de España, recibió créditos por importe de 7,89 millones. El consejo de la CAM no cumplió con su responsabilidad de vigilar la tarea de los directivos de la caja. Miraba hacia otro lado, aunque ahora crecen las quejas de falta de información.
Un consejo dócil, encabezado los dos últimos años por un presidente, Modesto Crespo, cuyo currículo se reduce a tener un concesionario de coches y, sobre todo, a ser amigo del defenestrado ex presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps. Hasta el punto de que su nombre se barajó como candidato del PP a la Alcaldía de Elche, aunque al final la operación no fraguó. Así funcionaban las cajas de ahorros.
El consejo callaba mientras el crédito de la caja fluía sin problemas. Entre 2007 y 2010 los diferentes miembros del consejo o de la comisión de control de la caja han recibido préstamos por importe de 74 millones de euros. Pero la mayoría de esos fondos fueron a parar a un reducido número de miembros del consejo. Se trata de Juan Ramón Avilés, que recibió préstamos por 27,2 millones de euros, un tercio del total. Ginés Pérez consiguió créditos por 12,9 millones de euros. El último presidente, Modesto Crespo, accedió a financiación por 7,89 millones. José García Gómez tuvo créditos de 7,41 millones. Aniceto Benito, por 7,39millones. José Enrique Garrigós, de 5,59millones de euros. Y Antonio Gil-Terrón, por 3,14 millones.
En suma, entre siete miembros del consejo y la comisión de control obtuvieron para sí, sus empresas o familias, créditos de 71,5 millones, el 96% de los entregados a todos los integrantes de estos órganos.Más de 40 personas han sido miembros de los órganos clave en la gestión de la CAM en los últimos cuatro años.
La caja no detalla la situación de estos créditos ni si en alguno de los casos ha habido impagos. El tener al día los préstamos es condición necesaria para continuar siendo miembro del consejo de administración de una entidad financiera.
Desde el viernes, los consejeros de la CAM han dejado de detentar tal condición tras la intervención por parte del Banco de España. Ahora deberán tocar otras puertas para obtener tan jugosa financiación, alguna de ella conseguida en favorables condiciones. Tanto ellos como, a buen seguro, la Generalitat, las diputaciones provinciales de Valencia y Alicante y varios ayuntamientos de la zona, abonados también en los últimos ejercicios al crédito inagotable que partía de la caja.
Pero las ventajas no se redujeron únicamente al consejo. Siete personas han sido claves en el devenir de la CAM durante los últimos años. Un equipo directivo que era una piña alrededor de su líder, Roberto López Abad, que dejó la Dirección General de la caja a finales de 2010, pero se curó de guardarse un sillón en el consejo de Banco Base, primero, y del Banco CAM, después.
López Abad se rodeó de un equipo de fieles que, junto a él, han llevado a la que era antes de la actual crisis, la cuarta caja de ahorros española por tamaño, a un callejón sin salida. Se trata, en primer término, de María Dolores Amorós, la última directora general que en diciembre sustituyó a López Abad. Amorós fue cesada ayer por los gestores nombrados por el Banco de España. Del club también formaban parte José Pina (secretario general), Vicente Soriano (Recursos), Joaquín Meseguer (Participaciones Empresariales), Francisco Martínez (Inversiones y Riesgos) y Teófilo Sogorb (Planificación y Control). Ellos han sido el núcleo de la CAM en los últimos cuatro años, después de que en 2008 se prescindiera de los entonces directores generales de Negocio, Fernando Carlos Martín, e Inversiones Inmobiliarias, Daniel Gil.
Un equipo que dirigía la caja a espaldas incluso del consejo de administración, según se quejan ahora algunos de sus miembros, que sin embargo no alzaron la voz cuando se cometieron los excesos que han generado el actual agujero de la caja. Los directivos fueron generosos en sueldos. Durante el periodo 2007-2010, es decir, con la crisis ya azotando a España de lleno y la caja empezando a sufrir problemas, se repartieron una media de 4,5 millones de euros al año, 17,9 millones en total.
Es lo que dicen los informes de gobierno corporativo de la caja, aunque en esa rúbrica también se incluyan las dietas abonadas a los consejeros, cuya tarea no conlleva sueldo al no tener funciones de índole ejecutiva. La CAM pagó a sus directivos sueldos y otras remuneraciones por valor de casi 12 millones de euros entre 2007 y 2010. La otra rúbrica más relevante de los honorarios de consejeros y gestores de la caja procedía de la participación en consejos de otras empresas en los que representaban a la CAM. Por ahí percibieron 4,6 millones en cuatro años.
Pese a haber llevado a la caja a la ruina, nadie les puede exigir en la actualidad que devuelvan esos fondos. Como mucho, tendrán que abonar la sanción que, a propuesta del Banco de España, les imponga el Ministerio de Economía y Hacienda, según informó EL MUNDO ayer.
Los responsables de la debacle
Modesto Crespo
Ha sido el último presidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). Firmará el acta de defunción de una entidad centenaria. No tenía ninguna experiencia en gestión de entidades financieras cuando llegó al cargo, aupado por su proximidad a Francisco Camps, que expulsó a los zaplanistas también de la caja para situar a sus amigos en puestos clave.
Roberto López Abad
Se le considera como el hombre clave en la gestión de la caja en los últimos años. Algunos consejeros le acusan de tomar decisiones a espaldas del consejo. De naturaleza osada, creyó siempre tener todo bajo control, pero acabó construyendo una bomba de explosión retardada que ha estallado cuando él había dejado la Dirección General de la
entidad.
María Dolores Amorós
Fue la lugarteniente de López Abad durante años. A ella le tocó gestionar el legado que dejó su antecesor. Amorós ha vivido los últimos meses una auténtica pesadilla, incapaz de abordar los problemas que se le venían encima. La ruptura del acuerdo con CajAstur, que hubiese tapado todos los problemas de la CAM, la colocó en un laberinto del que no
ha encontrado la salida.
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