La salida a Bolsa de CAM supuso su consagración como directivo en 2008, tras toda una vida en la caja. Hoy no puede salir de España por orden judicial
D. MARTÍNEZ / ALICANTE
Día 22/07/2012
Hace un año, el Banco de España intervenía la CAM, cansado de esperar a que la caja encontrase un socio -se especuló hasta el final con JC Flowers- que la dotase de viabilidad tras la ruptura del SIP con Cajastur. Un SIP del cual Roberto López Abad (Alcoy, 1965) iba a ser director general -después de una década al frente de la ya extinta entidad financiera alicantina, hoy convertida en Banco CAM y adquirida por Sabadell- hasta que se rompieron las negociaciones.
Hasta ese mismo momento, el ex director general de la caja pasaba por ser un «gurú» financiero, que había logrado convertir la CAM en la cuarta caja de España en todos los parámetros, y en la primera que cotizaba en Bolsa. Y, hasta que se descubrió que las cuotas participativas -supuestamente, «acciones sin derechos políticos»- no valían nada, el comportamiento de los títulos de CAM en los parqués dio bastantes alegrías a sus propietarios. La última vez que subieron de forma exponencial fue, de hecho, poco antes de la intervención del Banco de España, al calor de una información sobre las negociaciones con JC Flowers desvelada por este periódico.
El «gurú» había llegado a CAM antes de cumplir la mayoría de edad, cuando la entidad todavía se llamaba «Caja de Ahorros del Sureste». Mientras terminaba sus estudios de Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Valencia (UV), Roberto López Abad empezaba en 1980 su andadura desde abajo. Dos décadas después, tras ocupar diversas responsabilidades, se convertía en el director general.
Todo al «ladrillo»
CAM comenzó una agresiva política comercial, compitiendo en cada producto con los mayores bancos del país. Al mismo tiempo, López Abad lo fió todo, o casi todo, al «ladrillo». Echando la vista atrás, resulta evidente que aquella apuesta llevó a la ruina a la caja, pero en aquel momento la hizo crecer a un ritmo imparable y superar el millar de oficinas en toda España. E instalarse en Miami.
La fe en el «ladrillo» de López Abad se mantuvo hasta el final. Tanto que en 2009, cuando la burbuja había estallado hacía tiempo, seguía dirigiendo la estrategia de la caja hacia el sector inmobiliario, concediendo créditos de riesgo y diseñando operaciones para comprar suelo en el Caribe.
Un año antes, la CAM se había convertido en la primera caja en salir a Bolsa, y Roberto López Abad mereció el aplauso de todo el sector financiero. Sin excepción. Quizá el hecho de que el banco que actuó como estabilizador en dicha salida, Lehman Brothers, fuese el primero en quebrar, debió interpretarse como un presagio.
Hoy, cuatro años después, CAM ya no existe ni como caja ni como banco. López Abad, que al fallar el SIP se prejubiló con 5,6 millones de euros un mes antes de la intervención, está imputado junto con otros dirigentes de la antigua cúpula. Es increpado cada vez que alguien lo reconoce en la calle. Y el juez le acaba de retirar el pasaporte para evitar una posible fuga.
|