Fainé afirma que están «abiertos a todo dentro y fuera de España» porque ganar tamaño reforzaría la obra social
La posible fusión de CaixaBank, producto de la reorganización del grupo La Caixa, con Bankia (en la que está integrada la valenciana Bancaja), protagonizó ayer la presentación de resultados de la entidad catalana en Barcelona; El presidente y el primer ejecutivo de la entidad pusieron las cartas sobre la mesa y avisaron a las posibles ´novias´ financieras de que el principal objetivo de una futura integración es potenciar los dividendos que nutren su obra social.
La mejor situada, por lógica y por descarte de las otras grandes corporaciones, es la entidad que preside Rodrigo Rato, con la que además comparten objetivos. El presidente no negó el interés por ganar tamaño, aunque ante la prensa echó mano del freno: «No estamos negociando con nadie, pero todo el mundo habla con todo el mundo, estamos abiertos a todo, dentro y fuera de España».
El director general y vicepresidente de CaixaBank, Juan María Nin, fue después, a preguntas de los periodistas, un poco más lejos en referencia a Bankia. «Una fusión podría ser factible y deseable, ya que una mayor obra social supondría más inversión en este área, y por tanto la posibilidad de más carbón y más leña para la máquina». Aunque, posteriormente, adaptó su discurso a la línea marcada por el presidente: «No hay negociaciones ni ningún acuerdo sobre la mesa con Bankia». Y apuntó «que cualquier integración que agrande el tamaño y las ganancias de La Caixa» también contribuirá a aumentar su obra social.
Y es que el requisito sine qua non para unirse al grupo La Caixa es, según Fainé, mantener la obra social: «Cualquier operación estará condicionada al mantenimiento de la Obra Social -en la que invierte anualmente 500 millones-, que es nuestra verdadera razón de ser».
Sin presiones
Para el presidente de CaixaBank, el actual entorno económico lleva a «una ola de fusiones en Europa y en Estados Unidos». Y aunque existe interés por fomentar este tipo de uniones, no ha habido «presión de ningún tipo para una operación así, si bien el Gobierno quiere ayudar al mundo de las fusiones porque hay un momento de contracción que va durar varios años. Y en este contexto es lógico que se quiera buscar más masa crítica».
El máximo responsable del grupo catalán recordó, sin embargo, el profundo proceso de concentración que ya se está viviendo en la banca española y añadió que «hay que ser conscientes de lo que se está haciendo, que de 45 cajas hemos pasado a 14 grupos, y han cambiado 31 presidentes de cajas». Y, de forma contundente, reconoció: «La movida en España es tremenda», mientras que en otros países como Alemania el sistema financiero no ha cambiado. De ahí que tampoco cierre puertas al exterior: «En España tenemos mucha importancia, y a lo mejor nos interesaría más extendernos en otros países».
Lo que estaría claro es que, como propietaria del 70% de CaixaBank -el resto está en Bolsa-, la entidad no quiere perder peso en cualquier operación futura, mantendría el control y su equivalente representación en el consejo.
En cuanto a los resultados, ganó 1.053 millones de euros en 2011, un 13,1% menos, pero el pasado año llevó a cabo un «extraordinario» sacrificio, al dotar 2.413 millones y añadir otros 706 millones de saneamientos extraordinarios. Todo ello sin tocar un fondo genérico para insolvencias de 1.835 millones.
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