Miguel Montes ha integrado seis entidades en 10 años
¿Cómo es posible que el Sabadell se compre la CAM cuando todavía está digiriendo el Guipuzcoano y diga que no hay ningún riesgo de ejecución? Es más, ¿cómo es posible que no descarte meterse en más fusiones antes de finalizar el mayor rescate de la historia de la banca española? Aunque algunos analistas y medios acusan al banco catalán de exceso de optimismo, e incluso de temeridad, éste tiene una razón de peso para su atrevimiento.
Esa razón tiene nombre y apellidos: Miquel Montes, el Señor Lobo del Sabadell, ascendido esta misma semana a director general del banco y responsable de operaciones y desarrollo corporativo. Un ejecutivo que se incorporó a la entidad en 2001 y, desde entonces, ha pilotado nada menos que seis procesos de integración: Herrero, Atlántico, Urquijo, Mellon United National Bank (Florida), Guipuzcoano y ahora, la CAM.
Nada más entrar en el Sabadell, Montes se encontró con un encargo prioritario del presidente Josep Oliu: había que crecer de forma inorgánica para transformar un pequeño banco regional dedicado a financiar la pyme catalana en uno de los grandes jugadores nacionales en todos los segmentos de negocio. Y por estas casualidades que tiene la vida, justo en ese momento tocaba cambiar la plataforma tecnológica del banco.
Entonces, Montes tuvo la idea que ha posibilitado toda esa vorágine posterior de adquisiciones: aprovechar el cambio de plataforma para incorporar un sistema de gestión de las integraciones que actúa todos los días como si hubiera una adquisición, aunque no la haya. Por ejemplo, una de las cosas más complicadas de estos procesos es traspasar todas las cuentas corrientes (manteniendo las condiciones que tenía cada cliente). En esta plataforma, todos los días se hace como si se integraran cuentas de otra entidad junto con las altas habituales del banco. De esta forma, está todo preparado para cuando la integración sea real.
Pero no se trata sólo de sistemas informáticos. El Sabadell ha creado una metodología para los procesos de integración que tiene hasta un manual propio. Esta metodología se denomina "dosieres" y consiste en distribuir la entidad que se quiere integrar en 132 áreas temáticas en cada una de las cuales se determina qué hay que investigar, con quién hay que contactar, con qué área del Sabadell encaja, etc. Se crea un equipo en cada uno de estos 132 dosieres y se determina que preguntas hay qué hacer.
"Se trata de que no haya esquinas sin barrer, de conocerlo absolutamente todo", explica el propio Montes. "Tenemos que saber si hay préstamos que dan problemas al traspasarlos, si hay que tributar al pasarlo al Sabadell, si hay que pagar al registro... Y es complicado, porque esta información de préstamos o de cuentas a veces está en los sistemas, pero muchas veces sólo está recogida en papel y a veces ni eso, está en la cabeza de un señor".
Las integraciones se hacen rápido o no se hacen
Este sistema es lo que permite al banco catalán estar tan seguro de que no hay riesgo de ejecución en la CAM, es decir, que no se van a encontrar sorpresas que no se hayan contemplado en sus peticiones al Banco de España. La otra gran clave para el éxito de las integraciones es hacerlas rápido; a toda velocidad, de hecho. Por ejemplo, para la CAM se han dado un año desde el anuncio de la compra, el 8 de noviembre, lo que en realidad son nueve meses porque no podrán gestionarla hasta marzo.
"No se pueden hacer cambios a cámara lenta, hay que hacerlos rápidamente, creando una dinámica beneficiosa. Se trata de llenar la agenda de todo el mundo, de quitar las incertidumbres cuanto antes y de poner en contacto a mucha gente rápidamente para generar un buen ambiente. Hacemos muchas cosas en paralelo y con una intensidad muy alta", explica Montes.
Finalmente, hay dos elementos que completan este procedimiento de integración que, de momento, no ha sido igualado dentro de España. El primero es fijar una fecha tope para culminar la integración (el 8 de diciembre de 2012 en el caso de la CAM) y establecer todos los plazos intermedios de ahí hacia atrás. El segundo es un gobierno muy estricto del proceso que consiste en que ninguna parte es más importante que el todo.
"En una integración, todo el mundo se cree que su área es la más importante y que merece una excepción frente a las demás. Si lo haces con todas las áreas, no terminas nunca. Así que no hay excepciones", concluye este ejecutivo. |