Si investigando a Ortiz, se descubrieron indicios suficientes para imputar por corrupción a Castedo y Alperi, no sería de extrañar que indagando los negocios y empresas de Ferri salgan a la palestra gestiones opacas, turbias y algunas con acento mejicano de Roberto López y su director de inversiones (y promociones) Daniel Gil, personaje particularmente sórdido, que hasta la fecha había pasado inadvertido para la mayoría.
Luis Prats Pérez De hecho, la Audiencia Nacional está sobre la pista. La sobrevenida afición por el golf de Gil a principios de la era López, servía sin duda para afinar sus contactos con empresarios del ramo de la construcción, dispuestos a dejarse querer por la CAM, poniendo al servicio de los prestamistas sus conocimientos sobre el terreno. Méjico fue una aventura financiera que tendrá un final amargo para los protagonistas si la Policía Judicial y Fiscalía actúan con mano firme, dejando de lado la fineza con que se han tratado en el pasado a algunos políticos y dirigentes instalados en la cúpula social. Sociedad, clientes y trabajadores perjudicados por las actuaciones de unos directivos ineptos, fulleros y un tanto manilargos, demandan una investigación seria, con todas las garantías de un Estado de Derecho, del poder judicial que lleve a encausar, juzgar y condenar a los culpables de la catastrófica gestión de la entidad alicantina. De lo que en ningún caso se fía son de las comisiones de investigación promovidas por los políticos, corresponsables de la trágica desaparición de la CAM, y que sigue su marcha en un circo de declaraciones y mutismos. Lo dicho, o callado, en sede parlamentaria autonómica no ha servido más que para constatar el cinismo con el que adornan su discurso la mayoría de los directivos que son interpelados por unos políticos que buscan más el espectáculo que les proporcione lugar destacado en la reseña periodística de la noticia, cuando la mayoría de ellos tenían camaradas en el consejo de administración que no quisieron o supieron ver lo que pasaba en la entidad a la que debieron resguardar de los malos usos y peores prácticas a las que estuvo sometida. Pasaron por la fútil comisión en los últimos días "mudito" Soriano y Meseguer, el caballo de Troya, que en la descrita por él mismo como "pelea enconada por el poder" dentro de la caja, utilizó Ripoll en su versión de torpe remedo de Ulises, en el intento de sustituir a López, que buscó cobijo y protección en Camps para salir airoso de aquella pelea de familias más propia de la "Cosa Nostra". Meseguer, que había tenido a su cargo el barco CAM en los tiempos de vino y rosas, presumiendo de armador de la Casa Real, pasó tras el intento de remoción a desempeñar funciones auxiliares, como declaró en el seno de la comisión. Con todo, sigue dándole vueltas a qué pudo pasar para que la entidad alicantina fuera intervenida. Tampoco comprende el porqué, no tiene reparos para señalar como culpables de la situación de la CAM a "quienes no devolvieron los préstamos porque les interesó más no pagar", demostrando con esta inteligente aseveración, bien su palpable incompetencia, bien su desesperado intento de echar balones fuera culpabilizando a gobiernos, empresarios y clientes, en general, sin asumir siquiera el inmenso riesgo que se corría concediendo según que créditos a según qué personas, o invirtiendo sin freno, con su beneplácito, en el sector inmobiliario junto a amistades peligrosas, mientras la caja se veía en la obligación de solicitar más liquidez en los mercados a lo que posteriormente no pudo hace frente. Al final, dónde ellos seguían declarando ganancias, otros descubrieron millonarias pérdidas. Lo dicho, más investigación y menos comisión. |