Tiene a gala haber dirigido la transición al euro en el 2002, pero también ser la primera y la última mujer en dirigir una Caja centenaria; María Dolores Amorós, hasta el jueves directora, aunque sin poderes ya desde el día 22, conocía todos los entresijos; La suspensión de empleo, pero con sueldazo, ha generado un torrente de reacciones... negativas; Se le afea ahora a Maira que ascendiera a una de sus dos hermanas cajeras a la dirección de Particulares
Hace justo un año, este diario adelantó que María Dolores Amorós iba a sustituir en la dirección general a Roberto López Abad a la vuelta del verano, para que éste accediera plenamente al consejo del nonato Banco Base. Era el relevo natural y consejeros presentes en el último consejo de administración antes de las vacaciones de estío comentaron que le brillaban los ojos de una manera especial. María Dolores Amorós, mano derecha de López Abad y antes del ´despedido´ por el todo poderoso Eduardo Zaplana, Juan Antonio Gisbert, no pertenecía al clan alcoyano de la CAM, pero había ido ascendiendo desde que alcanzó algún puesto en el segundo o tercer escalón, allá por los años 80. Había levitado hasta la omnipresente sexta planta de Óscar Esplá, la zona más noble de los despachos recios de la sede operativa de la Caja, hoy semivacíos tras la fulminante intervención del Banco de España. Apenas sí quedan hombres y, desde el jueves, ya no hay mujeres ejecutivas en sus despachos.
En la última década del pasado siglo, María Dolores Amorós ya era la elegida. De hecho, el ex director general Juan Antonio Gisbert, quien tuvo que abandonar el barco, sí o sí, y no precisamente por sus malos resultados financieros, fue el primer ejecutivo CAM que la ascendió. Se iniciaba una trayectoria hasta la cúspide de la ha sido la más importante empresa alicantino-murciana.
Pero la carrera de fondo como timonel se ha quebrado esta misma semana por orden de Juan Antonio Iturriaga y sus otros dos compañeros, enviados expresamente desde el Banco de España para sanear, desde la primera hasta la sexta, todas las plantas de la CAM: empezando por el departamento de riesgos hasta acabar por el de los ahora más famosos créditos al cero por ciento y a discreción para muchos de los consejeros que ocupaban los veinte sillones de la mesa oval de ese sexto piso. Ya fueran empresarios, profesores o hasta sindicalistas.
Una mesa oval que ha sufrido deformaciones desde que, en las postrimerías del mes de marzo, Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura dijeron basta. Alegaron sentirse engañados por las cuentas presentadas por el equipo de Amorós y Modesto Crespo y rompieron la baraja. Desde entonces, digo, esa mesa oval ha adquirido variopintas formas de cocina deconstruida, como si de un solomillo desestructurado se tratara.
Hasta el día 22 de julio, día del desembarco del Banco Central para mirar con lupa la solvencia (se ha escrito hasta aquí que el agujero negro de CAM, sólo en crédito promotor, podría llegar a 5.000 millones de euros), María Dolores Amorós era ama y señora de la sexta planta. Pero llegó la onomástica de Santa María Magdalena, quien, según el calendario católico, fue liberada por el Señor de siete demonios y, convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario para merecer ser la primera que vio al Señor resucitado.
Así fue que el primer día laborable tras la rotunda intervención, con anuncio de inyección multimillonaria (5.800), los supervisores y auditores enviados por Mafo ya lo tenían claro: a Amorós, ni agua. De hecho, mantuvo su despacho desde ese lunes sin Caja por espacio de diez días, pero sin mando en plaza. Vamos, que a nadie en la red de oficinas que, como mancha de aceite, había inspirado ya su mentor Juan Antonio Gisbert, se le escapaba que el toro había sido ya apuntillado, aunque no se hubieran sacado aún a las mulillas de arrastre. Tuvo que llegar el día de Santa Clara para arrojar luz al trabajo de despacho. Nunca mejor dicho. En el antiguo consejo de administración de CAM se tenía la convicción de que Maira ya no era Maira, que era cuestión de tiempo hasta que los supervisores realizaran las averiguaciones y comprobaciones correspondientes. «Hasta que desembuchara», se decía. Amorós pasó a mejor vida profesional, aunque, eso sí, con un pan debajo del brazo que, según diversas fuentes, oscilaría entre los 10.000 euros netos o los 25.000 brutos. Al mes, sí, sí.
La suspensión de empleo, pero con sueldazo, ha generado un torrente de reacciones entre los representantes legítimos de la plantilla, salvo en el caso de un sindicato, el mayoritario Sicam, que es precisamente el que tradicionalmente ha sido controlado por esa sexta planta, ya en tiempos de Gisbert y del ingeniero presidente Román Bono Guardiola, al que los políticos se la gastaron en el último momento para colocar a alguien mucho más dócil, Vicente Sala, el maestro de ceremonias entre Francisco Camps y su sucesor político-financiero, el ilicitano Modesto Crespo.
Diplomada en Empresariales por la Universidad de Alicante y licenciada en Economía por la UNED, ocupó puestos directivos en la CAM desde 1988, aunque no fueran tan arriba. En enero del 2001, tras el ´Camticidio´ de Gisbert, López Abad tomó el timón y Amorós, la brújula. En noviembre de 2010 coronó su carrera con el ascenso a la dirección general en sustitución de quien ha decidido de verdad en el decenio inmobiliario. Tiempo más que suficiente para conocer los riesgos que se contraían no solo en Terra Mítica, la Ciudad de la Luz o l´Hemisfèric, sino sobre todo en los ladrillos particulares de El Pocero, Polaris World, Hansa Urbana o Llanera, aquí y acullá, horita en Cancún, horita en Riviera Maya. Conocedora de todos los entresijos, también se le afea ahora a Maira que ascendiera a una de sus dos hermanas cajeras hasta la dirección de Particulares de la dirección territoria en abril. O sea, en el segundo escalón, con fondo de pensiones y nómina de capitán general en pleno chaparrón. No falta quien asegura que en la semana negra de la CAM fue esta mujer, y no ninguno de los siete ejecutivos con voz en la mesa oval, entre otras cosas porque habían precipitado ya su salida por piernas, quien dio una voz más alta que otra cerca del despacho de Mafo. Sí, del gobernador del Banco de España. Con resultado estéril y redactando desde entonces su propio obituario. No se sabe a ciencia cierta si la suspensión será temporal o no, y si CAM será saneada finalmente para su subasta o liquidación. Pero a esta mujer de las finanzas siempre se le tendrá que agradecer que fuera materia gris en un momento histórico: la transición de la peseta al euro. En el estreno del 2 de enero del 2002, ya como adjunta a la dirección general, la encontré en la oficina de la Plaza Nueva de Alicante. «Prueba superada», me vino a decir. Tiene a gala, o no, ser la primera y la última mujer en dirigir una Caja... centenaria.
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