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La presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC), Cani Fernández.
Jesús Hellín / Europa Press (Europa Press) |
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El movimiento de la CNMC es lógico y da garantías a los usuarios de banca
La decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de llevar la opa de BBVA sobre Sabadell a fase dos, la que supone un análisis más estricto, supone un salto cualitativo en el proceso. Para empezar, es muy relevante en términos de calendario, ya que el estudio pormenorizado que ahora arranca el supervisor no culminará antes de primavera. Es el turno de escuchar a las partes afectadas, lo que hará pasar por los despachos de la CNMC desde asociaciones de consumidores a comunidades autónomas, pasando por las entidades competidoras que deseen personarse. Se trata de un trámite largo. Pero, además, que se prolongue todo en el tiempo incrementa la incertidumbre y da margen para que acontecimientos externos interfieran en la oferta. Nadie puede garantizar que no afrontemos en breve un nuevo escenario macroeconómico tras la victoria electoral de Donald Trump en EE UU ni cambios de calado en México, donde el banco vasco tiene su principal mercado allende las fronteras españolas.
Con ese caldo de cultivo, la pretensión de BBVA de acortar el trámite y que el procedimiento se cerrara en primera fase era más que comprensible. Argumentaba el banco que preside Carlos Torres que la fusión entre CaixaBank y Bankia, la última gran operación de concentración bancaria en España se cerró en apenas cinco meses, tras avalar Competencia los compromisos que presentó el banco catalán. Es una tesis legítima y a todas luces defendible. No obstante, en la medida en que –a diferencia de aquella integración– esta opa supone una operación hostil, que además se produce sobre una base de mayor concentración, también es lógico que la CNMC haya querido ahondar en la estructura del mercado y en los posibles efectos en la competencia.
La etapa que ahora arranca es capital. De ella dependerán las condiciones que la CNMC imponga para avalar la operación. También obligará a pronunciarse al Gobierno, que hasta ahora se ha mostrado contrario a facilitar la fusión tal y como está planteada. BBVA se ha curado en salud y ha dejado claro, ya en dos ocasiones y a través de su consejero delegado, Onur Genc, que, si esas restricciones son tan severas que no le permiten crear valor, abandonará el proyecto. Es un paso diferencial en la estrategia seguida hasta ahora por la entidad. Pese a las necesidades empresariales, el movimiento de la CNMC es lógico y da garantías a los usuarios de banca, a fin de cuentas, los beneficiarios de que exista una competencia real en el sector y quienes deben estar en el frontispicio de cualquier decisión de Competencia. Cani Fernández no tenía otra.
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