¿Cómo es posible que los directivos de la cajas de ahorros se concedieran sueldos y blindajes millonarios que han provocado escándalo social al conocerse tras el hundimiento de muchas de esas entidades?
Conforme la crisis ha ido desnudando a las cajas de ahorros españolas, prácticamente ya desaparecidas del mapa financiero, la ciudadanía ha asistido perpleja al goteo de noticias sobre directivos que abandonaban sus entidades con indemnizaciones millonarias a pesar de que en la mayoría de los casos habían sido los artífices de su ruina. La intervenida y luego adjudicada CAM y la nacionalizada NovacaixaGaliciason dos emblemas de una práctica que ha escandalizado a la sociedad. En la primera, el ex director general, Roberto López Abad, y cuatro altos ejecutivos compartieron una prejubilación de 12,8 millones y su sucesora,Maria Dolores Amorós, se puso un sueldo de 600.000 euros al año y una pensión vitalicia de 370.000 antes de ser despedida. En la gallega, tres altos directivos, entre ellos su exdirector general, José Luis Pego, cobraron una indemnización conjunta de unos 20 millones. Pero ¿por qué y cómo lograron tales prebendas en sus contratos? El catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universitat de València, Jordi Palafox, apunta un factor previo muy relevante: la falta de transparencia. Palafox, que fue consejero de Bancaja hasta que dimitió en 2006 disconforme con la gestión en la entidad, recuerda que en el consejo de la caja «nunca se hablaba de sueldos» y, si algún vocal exigía información, no se le daba. Es decir, ausencia de control. Según su experiencia, los sueldos de los directivos se fijaban encargando a una firma con la que la entidad solía tener negocios compartidos un informe sobre las retribuciones más adecuadas que era utilizado como base, aunque en buena medida el salario final dependía de la capacidad de negociación del ejecutivo con el presidente de la entidad. A este respecto conviene recordar que los presidentes y consejeros de las cajas perciben unas dietas más bien bajas por su labor, aunque se les compensa situándolos en participadas, de donde, sobre todo los máximos dirigentes, reciben grandes emolumentos. Era un factor clave en la negociación del contrato. Variable Luego, en cada entidad, se pactaba el porcentaje del sueldo que era variable. Palafox recuerda que en Bancaja se llegó a una entente entre el director general, que pretendía situar esa parte en el 70 % del total, y los sindicatos, algunos de los cuales abogaban por el 0 %. Además de que la parte bruta del sueldo solía ser el doble que la neta por la alta retención fiscal, en todas las entidades abundaban los planes de pensiones, una figura que, como recuerda Palafox, procede de la cultura empresarial americana y cumple dos objetivos: por un lado, incrementar la retribución a futuro, dado que se cobra al final de la vida laboral, y, por otro, facilitar la fidelización del ejecutivo, debido a que pierde ese fondo, nutrido anualmente, si se va a la competencia. A modo de ejemplo, el director general para Latinoamérica del Santander, Francisco Luzón, acaba de dejar la entidad con una pensión de 56 millones. El catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, añade que los blindajes que las cajas establecían a sus altos directivos tenían como uno de sus objetivos retenerlos ante la competencia. Y es que, en la época dorada del sector, los directivos de las entidades más exitosas eran considerados en consecuencia, aunque luego la realidad ha puesto de manifiesto lo contrario, y eran comunes —o así lo hacían ver los interesados— los intentos de fichar (o descabezar) a un competidor. Maudos cree que las cajas también quisieron imitar las remuneraciones de los bancos pero olvidaron que estos sí eran empresas privadas. El también investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) asegura que las retribuciones variables que cobraban los altos directivos de las cajas estaban vinculados al crecimiento de la entidad y sitúa ahí una parte considerable de los graves errores de gestión que han llevado a la desaparición de la mayoría de cajas, porque, cuanto más se expandía la firma y más beneficio obtenía, más ganaban quienes dirigían el barco. Y el medio más rápido de crecimiento, sobre todo en los territorios foráneos, fue el sector inmobiliario, por el que todas han caído. Maudos explica así esta dinámica: «Una caja de Andalucía que quería implantarse en León financiaba a un promotor un grupo de viviendas y, de esta forma, también fidelizaba a la entidad a los compradores de esas residencias, a los que además vendía otros productos como los seguros. Era una forma fácil de captar clientes». Anuncio de De Guindos Tras el escándalo de las indemnizaciones en cajas intervenidas, nacionalizadas o que, como Bankia, recibieron ayudas públicas del FROB, el Banco de España estableció el año pasado algunas barreras. Así, hizo pública una circular por la que elimina la retribución variable a los directivos de cajas con ayudas y limita el sueldo de los de entidades que presenten «unos resultados financieros mediocres o negativos». El ministro de Economía, Luis de Guindos, reconoció que el Gobierno está «preocupado» por los salarios de las entidades financieras que han percibido ayudas públicas y anunció que la próxima reforma financiera impondrá un «control» a todas ellas, aunque no especificó cuál será. |