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Alicia Crespo

Los bancos españoles han sido capaces de resistir la presión que ejerce sobre la cuenta de resultados un contexto de tipos de interés en mínimos históricos y unos menores volúmenes de actividad propios de una economía que no acaba de despegar. Así se desprende del último informe de estabilidad financiera del Banco de España correspondiente a noviembre.

La reducción de los gastos de explotación a través del adelgazamiento de la plantilla y del número de oficinas ha sido una de las principales palancas para limitar al 4,6% la caída interanual del beneficio atribuido global en el primer semestre de 2014, hasta 7.886 millones de euros.

No es la primera vez que la banca recurre a la contención de costes. Se trata de una práctica emprendida en 2009, cuando la crisis se hizo patente, que ha arraigado en las entidades financieras. Todo apunta –además- a que la purga de empleos y estructura comercial está lejos de acabar.

La banca ha eliminado 70.000 empleos desde el arranque de la crisis, lo que supone una disminución de la plantilla del 26% si se compara con la que registraba al cierre de 2008. Ese año los puestos de trabajo en las entidades financieras alcanzaron la cota máxima de 270.855.

La reducción de personal ha ido paralela al cierre de oficinas. De las 45.662 sucursales que integraban la red comercial de la banca en España hace seis años, han desaparecido 13.000, lo que significa el 28%, según los últimos datos del Banco de España correspondientes al primer semestre de 2014.

El supervisor no solo prevé que «continúe el proceso de contención de costes de explotación mostrado por las entidades de depósito». También estima que éste y el aumento de la eficiencia, «deben ser los pilares que guíen a las entidades el horizonte más cercano de cara a mantener sus niveles de rentabilidad».

Coincidiendo con la asunción hoy martes 4 de noviembre de la supervisión única en Europa por parte del BCE, la institución que encabeza Luis María Linde subraya que la banca española «mantiene una posición destacada en términos de rentabilidad y eficiencia» al compararla con la de otros países europeos.

A diciembre de 2013, su retorno sobre fondos propios (ROE) supera ligeramente el 6%, lo que la sitúa por delante de la banca de Francia y de Holanda, ambas con una ratio del 5%, y de Alemania (3%). La rentabilidad media de los 120 bancos adscritos al Mecanismo Único de Supervisión (MUS) es la tercera parte que la española (2%), mientras que la de las entidades de Portugal e Italia se encuentra en terreno negativo, en el 8% y el 15%, respectivamente.

También es favorable para España la comparativa sobre la eficiencia. La banca nacional se lleva la medalla de oro en el ránking europeo con una ratio del 56%, mejor que la de Holanda, rayana en el 60%; que la de Italia, que supera este porcentaje; y que la media de los bancos bajo el MUS, del 65%. En el puesto de cola se encuentra la banca alemana (70%), peor que la de Portugal (69%) y la de Francia (68%).

En lo que sale perdiendo la banca española es en la fotografía sobre la solvencia. Su capital de máxima calidad (CET1) es del 11,3% a cierre de 2013, lo que la sitúa en una posición media-baja en relación a los países de la eurozona, ligeramente por debajo de la media europea, muy cerca del nivel de Francia y superando a Italia. Los bancos holandeses dominan este ránking, con un 13,5%, Alemania se lleva la medalla de plata (13%), y Portugal la de bronce (12,2%).

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