Este empresario propietario de bingos en Valencia y con algunas inversiones en la construcción estuvo cuatro años, en representación de los impositores, como miembro del consejo de la entidad alicantina hasta su intervención en julio
JORDI CUENCA ¿Qué ha pasado para que la cuarta caja de España haya acabado intervenida? Lo que ha pasado, los consejeros no lo hemos sabido nunca. En los consejos se nos exponían los parámetros de la caja y siempre se cumplían. Yo preguntaba porque me extrañaba que, en tiempos de crisis, sobre todo en los últimos tres o cuatro años, que han sido los más graves que ha tenido la CAM, se cumplieran todos los parámetros, cuando lo lógico hubiera sido que alguno de ellos fallase. ¿Usted cree que los directivos de la CAM engañaban al consejo de administración? Sí que lo creo. Y, además, lo he manifestado en los consejos. Han sido múltiples las reuniones en las que he estado disconforme con las actuaciones de los ejecutivos, que te lo ponen todo bonito y tú no tienes más remedio que aprobar la exposición de lo que te hacen. De los problemas no te hacen exposición. ¿No cree que los consejeros deberían haber sido más exigentes? He sido el único consejero interviniente en contra de las cosas que se aprobaban. Un consejo tiene que luchar por ganar dinero. No puede ser que estemos trabajando demasiado barato, sin garantías... Eso significa que si la empresa se hunde, el crédito se pierde. Eso ha sido siempre una lucha que he tenido en todas las reuniones. ¿Fue temeraria la política de préstamos al sector inmobiliario que realizó la CAM? Creo que sí, pero por falta de garantías y porque se ganaba poco dinero. ¿Y las grandes inmobiliarias? Con mi oposición se aprobó un crédito a Martinsa-Fadesa cuando todo el mundo sabía que tenía unas deudas de 7.000 millones. Fue el mayor enfrentamiento que tuve con Roberto López (exdirector general). Según parece, significó unas posibles pérdidas de 350 millones. ¿Cómo se explica que siendo la unión en el Banco Base con Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura la única salida viable para la CAM, los consejeros se hicieran el harakiri y propiciaran la intervención de la entidad? La CAM no rechazó la unión. Fueron ellos los que no la aprobaron porque temían los números de la CAM y no aceptaron los que se presentaron. Pero los consejeros no sabemos los números de la CAM exactamente. Lo que pasa es que, cuando el SIP se rompe, hay un problema gordo que es que los trabajadores se creen que la CAM es de ellos. Yo expresé que la CAM es de los impositores y de la Comunidad Valenciana y de Murcia, pero que los trabajadores no son sus dueños. Las prejubilaciones de unos mil trabajadores tienen un coste de entre 300 y 400 millones y eso significa del 25% al 40% del patrimonio de la CAM. Ese circulante hacía falta a la entidad para conseguir sus objetivos. Ese capital era superior al que tenían algunas cajas del grupo, como la de Extremadura o Cantabria. Fue un motivo principal para la ruptura, porque los trabajadores de la CAM se llevaban más capital del que tenían esas cajas. ¿Qué debió hacerse? Si sobran trabajadores hago un ERE, no una prejubilación a base de regalar dinero en cantidades exorbitantes. Otra cosa es si la empresa tiene capital, pero la CAM no estaba en esas circunstancias. Entre esos empleados estaba el director general, Roberto López, con una buena indemnización. Nos enteramos por el periódico. Parece que son siete millones. Lo preguntamos pero nos dijeron que no era cierto. ¿Le parece bien que altos ejecutivos como López u otros de otras cajas que también las hundieron hayan logrado elevadas indemnizaciones o altas remuneraciones en los nuevos bancos? Moralmente, me parece muy mal. ¿Tiene alguna queja respecto de la actuación del Banco de España? Los directivos no informaban exactamente de sus negociaciones con el Banco de España. Siempre eran bonitas y decían que caminábamos hacia un futuro mejor. Ahora, el Banco de España va a regalar la CAM. Mi sospecha es que se la va a entregar gratis a uno de sus principales amigos: Cajastur. La CAM podría haber continuado si hubiera habido empresarios valencianos dispuestos. Resulta escalofriante ver cómo estaba gobernada la CAM. Los consejeros no pintaban nada y los directivos, como usted dice, engañaban al consejo. De cada reunión teníamos que salir contentos de que, pese a las dificultades, siempre se iban cumpliendo los objetivos. Salvo algunas reuniones, en los últimos tiempos no hemos salido descontentos del trabajo de la CAM. Se nos ha pintado todo bonito y en abril, por haber cumplido objetivos, se repartió una paga a todos los trabajadores. Pero, ¿cómo? No se cumplió ningún objetivo. ¿Teme que se le exijan a los consejeros responsabilidades penales? No. Ninguna. ¿Y a los directivos? Es muy difícil, porque para haber actuaciones penales tiene que haber dolo consentido y lo que hay es un desbordamiento en su trabajo y, lamentablemente, no saben más. He protestado y he dicho que si fuera mi empresa no se harían las cosas así. ¿Qué opina del presidente, Modesto Crespo? Se ha visto desbordado, como el consejo. No eran los consejeros adecuados para una entidad con 70.000 millones de activos. ¿Cómo valora la actuación de la Generalitat? También está desbordada. No sabe hacer. Uno de los culpables fue el anterior conseller de Economía, Gerardo Camps. ¿Cómo se le ocurre decir públicamente que la CAM iba a entrar en pérdidas? Tenía que haberlo dicho en el consejo o, discretamente, en el Banco de España. Ha hecho mucho daño a la CAM. Las cajas se han volcado en la prosperidad valenciana. A la Generalitat le solucionamos muchos problemas dándole dinero mucho más barato de lo que nos costaba. Ahora que la CAM va a desaparecer, veremos si los demás (bancos) ayudan igual. |