En la edición del domingo, leo la crónica que David Navarro suscribe y titula: La semana Negra de la CAM, como si de la última entrega de la famosa saga cinematográfica de los piratas se tratara, ¡qué paradoja! O como si fuera el mismísimo Pérez Reverte perfilando los detalles de su próxima novela. Me fascina como relata, al detalle, la sucesión de acontecimientos y mi sorpresa crece conforme voy terminando el artículo. Señor Navarro, obvió usted comentar la labor que los empleados de la entidad han estado llevando a cabo durante esta pesadilla que ha durado meses, no sólo una semana. De sus palabras se deduce desconcierto al comprobar que, pese a todo, no se registraron retiradas masivas de depósitos. No le quepa duda a usted, el impecable trabajo de las personas que dan la cara día a día en la Caja tiene mucho que ver en la permanencia de dicho capital. Sírvanme estas líneas para dar las gracias a todas esas personas que dedican sus esfuerzos, trabajando a pie de oficina, por su empresa. La mayor fortaleza de la CAM la conforma el potencial humano de sus empleados, que, estando en manos de unos o de otros, han velado, y seguro velarán, por los intereses de sus clientes. Al fin y al cabo, esa es la razón de su trabajo. Aunque nadie nunca se acuerde de ellos. |