Los dirigentes de la extinta CAM siguen empeñados en evitar a todo coste la intervención estatal a través del FROB con el único objetivo de proteger sus responsabilidades y cargos. Si no fuera así no se entendería la obsesión de encontrar como sea un socio capitalista
Como don erre que erre, los dirigentes de la extinta CAM siguen empeñados en evitar a todo coste la intervención estatal a través del FROB con el único objetivo de proteger sus responsabilidades y cargos. Si no fuera así no se entendería la obsesión de encontrar como sea un socio capitalista a quien embarcar en una aventura financiera de elevado riesgo. Por ello es comprensible que hasta el momento no hayan hallado en los mercados financieros más que a un fondo, JC Flowers, cuya fama de voraz escualo de las finanzas le precede. Aun así y viendo los dueños del citado fondo los vaivenes de la entidad alicantina durante los procesos abortados de fusión con otras instituciones, han exigido entre sus condiciones una EPA (Esquema de Protección de Activos), que el Banco de España reserva únicamente para las entidades intervenidas y además unas condiciones que de formalizarse le podrían llevar en un futuro inmediato a poseer bastante más del aireado 20% inicial, para poder pasar incluso a controlar el banco y poder venderlo a mejor postor beneficiándose de una atractiva plusvalía. La salida a Bolsa de Caixabank, surgido de la desaparecida Caixa, con un descenso del 1% de su valor inicial, debería hacer que los actuales dirigentes del Banco CAM reconsideraran su postura, pues si la mayor y más saneada de las antiguas cajas ha sufrido este revés bursátil, qué no pasará con una entidad que lleva más de un año buscando desesperadamente socio que asee sus cuentas. Decididamente la mejor opción pasa por solicitar de una vez los casi tres mil millones de euros que se necesitan al FROB y dejar el control de la entidad a las autoridades monetarias y financieras, para acabar así con el mar de dudas que vienen soportando trabajadores, clientes y una sociedad que esperaba mucho más de los directivos. La reciente prejubilación del anterior director general con los primeros beneficiados de esta medida cuyo origen es el ERE pactado, supone un botón de muestra de cómo están las cosas en la planta sexta de la avenida de Óscar Esplá. El aforismo de que el capitán siempre es el último que abandona el barco, en este caso no se ha cumplido. Lo cortés hubiera sido que el citado directivo hubiera esperado hasta la solución final de la entidad para marcharse, aunque en el mismo caso se encuentran otros dos componentes de peso del anterior Comité de Dirección que abandonaron la entidad incluso antes de que se rompiera el SIP con Cajastur, sin que el ERE estuviera activado. Por otro lado, las declaraciones del todavía vicepresidente tercero de la institución considerando que es normal, lógico y razonable que haya mucha gente interesada en participar en el proyecto de Caja Mediterráneo son tan preocupantes como alejadas de la realidad. La suposición de que al ser una única entidad con la que negociar, el resto de antiguas cajas están fusionadas entre sí y son varias las que conforman los nuevos bancos, se cae por su propio peso al mirar hacia atrás sin ira y comprobar el bajo nivel de los negociadores de la CAM, factor fundamental junto a su situación financiera del fracaso de todos los intentos de fusión que empezaron con Cajamurcia y finiquitaron con Cajastur. Hemos pasado en semanas de rechazar en la intimidad caer en manos de la pérfida Albión, el Barclays con su novísimo consejero y antiguo ministro y comisario europeo el alicantino Pedro Solbes a la cabeza, a dejarse querer por un tiburón financiero que con ávidos ojos observa a su presa convertida en pecio a devorar. Sinceramente una "nacionalización" a través del FROB sería la solución idónea, todo lo demás pasa por alargar la agonía de una entidad centenaria. |