La patronal de cajas de ahorros ha desechado la congelación salarial de dos años propuesta por los sindicatos para reclamar directamente rebajas de sueldo; Se aplicarían reduciendo las retribuciones un 4,5% anual sobre el IPC; El órdago de las cajas llega en un momento crítico para el sector, marcado por su reestructuración
La negociación del nuevo convenio colectivo de las cajas de ahorros prometía resultar sencilla. Los sindicatos del sector ya habían adelantado una propuesta de congelación salarial durante dos años. Un caramelo para el empresariado, si se tiene en cuenta que el aumento medio del sueldo firmado durante 2010 fue del 2,17%. Sin embargo, la patronal de las cajas inauguró la mesa de diálogo ayer con una petición que promete complicar el proceso. Reclaman una rebaja del 4,5% anual sobre el IPC durante los próximos cuatro años.
Tomando como referencia la previsión de inflación de Funcas, que marca un 3,5% para el cierre del año, la propuesta de la patronal se traduciría en una reducción salarial del 1%. Teniendo en cuenta que las rebajas de los años siguientes se aplicarían sobre las anteriores, el recorte acumulado se multiplicaría año a año.
La propuesta ha sido calificada de "agresiva" e "inaceptable" por parte de las centrales que consideran su propuesta de crecimiento salarial cero suficientemente acorde con el panorama que afronta el sector. "Las plantillas no son las responsables de la situación en la que se hallan algunas entidades", apostillan.
El planteamiento sindical se apoya en el acuerdo marco de contención salarial que UGT y CC OO firmaron el pasado año con CEOE y Cepyme. En él se establecía un periodo de moderación para hacer frente a la crisis, que sería compensado en bonanza. Un pacto que en la mayoría de sectores no se está siguiendo. En el ámbito de las cajas, los sindicatos apuestan por dos años de congelación, seguidos de otros dos de recuperación del poder adquisitivo perdido.
Paralelamente, la Asociación de Cajas de Ahorros para Relaciones Laborales, (ACARL) ha planteado que se desbloquee el límite de movilidad geográfica de los trabajadores, establecido actualmente en 25 kilómetros. Así, argumentando razones técnicas, económicas, de producción u organizativas, las cajas tendrían las manos libres para reordenar su plantilla por todo el territorio nacional en función de sus nuevas necesidades. Un punto que los representantes de los trabajadores han rechazado también de plano.
La confrontación provocada por estos dos puntos -salarios y movilidad- dejó la reunión de ayer sin avances, y la negociación paralizada. Un mal comienzo para la consecución del nuevo convenio, que afectará a unos 130.000 empleados, y debería quedar cerrado antes de agosto.
Dos temas más complicarán el proceso. Por un lado los sindicatos buscan establecer garantías de mantenimiento del empleo en un sector que ya ha reducido su personal en más de 13.800 empleados como consecuencia de la reestructuración. De otro, queda pendiente cómo y durante cuánto tiempo se ligará a este convenio al personal de las cajas que como resultado de su transformación en bancos pasará a depender del convenio de banca.
La banca gana tiempo ante la reforma de convenios
El secretario general de la Asociación Española de Banca (AEB), Pedro Pablo Villasante, se sentó ayer con los representantes sindicales del sector para recordarles que la actual situación económica requerirá "sacrificios". Eludió especificar cuáles. La reunión para negociar el XXII convenio colectivo del sector, estaba prevista para que la patronal de los bancos presentara su contrapropuesta a las peticiones que CC OO, UGT, CIGA, ELA y LAB entregaron en la cita anterior. No fue así. La AEB declaró que "necesita más tiempo de reflexión" para responder.
La indignación sindical fue en aumento cuando la concertación de la próxima reunión no quiso fijarse antes de comienzos de junio. Desde UGT calificaron de "extraña coincidencia" que el retraso en la negociación coincida con la demora en la reforma del sistema de negociación colectiva, que la CEOE ha rehusado firmar antes de las elecciones del 22 de mayo. Las centrales temen que la banca esté esperando a que concluya la reforma para incluir en el nuevo convenio las novedades que más les convengan. La principal sería el fin de la ultractividad, que mantiene vigente cada convenio hasta que no se firma el siguiente, lo que impide cambios sustanciales de las condiciones de trabajo sin el consentimiento de los trabajadores (afecta a 120.000). Los sindicatos se han mostrado dispuestos a hacer esfuerzos, pero han recriminado a la patronal que en época de "vacas gordas" no se compartió el beneficio, y que ahora, "con las vacas flacas", se les pidan sacrificios, mientras los directivos siguen repartiéndose bonus millonarios.
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