Las arriesgadas aventuras inmobiliarias y las inversiones fallidas de Modesto Crespo y Roberto López han colocado a la caja al borde del precipicio La CAM descuidó su negocio tradicional para buscar mayor rentabilidad.
¿Quién o quiénes son los responsables de que la CAM se encuentre en la actual tesitura? No hay un único culpable. Lo es en gran medida la clase política que ha manejado a su antojo a la entidad como un auténtico juguete. Pero, independientemente del reparto de responsabilidades, resulta evidente que la actual cúpula ejecutiva es la primera señalada. No son pocos quienes apuntan directamente al presidente, Modesto Crespo, quien puede haberse visto superado por los acontecimientos, y siguen por el exdirector general, Roberto López Abad, que ha estado al frente del negocio de la entidad financiera alicantina en la última década. Ellos son los patrones del hundimiento.
La mala gestión llevada a cabo, jalonada por operaciones temerarias emprendidas al margen de la estricta gestión bancaria, ha dado lugar al crecimiento desmesurado de un gigante -cuarta caja de ahorros de España-, que en realidad tenía los pies de barro y que ha acabado por desmoronarse pese a querer sustentarse en artificios de imagen como el de las cuotas participativas. «La búsqueda de un crecimiento desmesurado le ha hecho embarcarse en muchas operaciones ruinosas», señala una fuente cercana a la entidad, quien subraya que la entidad se ha movido a contracorriente: mientras el resto de cajas salía del negocio inmobiliario, Caja Mediterráneo continuaba buscando el ´pelotazo´.
Otro experto consultado apunta directamente a la estrechez de miras de sus gestores. «No han sabido interpretar la situación actual del sistema financiero y continúan actuando del mismo modo que hace un año, mientras el resto del sector financiero sí se ha preocupado por sanear sus cuentas», manifiesta.
A la vista de las decisiones que han abocado a la entidad a la situación límite en la que se encuentra, López Abad aparece como el gran responsable. Él es quien ha diseñado las estrategias y ha orientado el modelo de desarrollo. Además, el directivo alcoyano, que tomó el mando en enero de 2001, tras la salida forzada de su antecesor, Juan Antonio Gisbert, por las presiones del entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, se ha mostrado incapaz de contener las ensoñaciones incontroladas de los dirigentes públicos que han exprimido al máximo a la entidad, sin pensar en las consecuencias del mal uso.
Naufragio mexicano
Los proyectos exteriores de Caja Mediterráneo se cuentan por fracasos. En abril de 2007, adquirió una participación directa del 5% en el BMCE Bank (Banco Marroquí de Comercio Exterior) por 132 millones de euros.
Más cara, y a la postre también más ruinosa, le resultó la compra de la sociedad financiera mexicana Crédito Inmobiliario, especializada en préstamos hipotecarios y a empresas, por 144 millones de euros. El mismo año de la adquisición del 100% de su capital, la sociedad mexicana tuvo unas pérdidas de 120 millones de euros. Pocos meses después, la CAM se vio forzada a invertir otros 150 millones para salvarla.
Atrapados por el ´boom´
La apuesta desmesurada por el sector del ladrillo se ha convertido en un factor clave que ha acabado por lastrar los resultados y comprometer su equilibrio financiero. De hecho, acumula hasta 11.200 millones de euros en créditos al sector inmobiliario, concedidos a constructores y promotores. Lo peor es que cada vez se está haciendo más complicado recuperar lo prestado, tal como demuestra su índice de morosidad en este segmento, que ha crecido prácticamente el doble que el ratio de mora general en los últimos cuatro años.
«Ha sido presa de su ímpetu en con el ´boom´ inmobiliario y ha concedido préstamos sin prudencia y sin exigir garantías adicionales, algo que otras cajas sí que tuvieron la precaución de hacer», señala un experto del sector financiero. Ocurrió con Hansa Urbana, propiedad de la familia Galea, en la que Caja Mediterráneo participa con un 24% del capital. La CAM le dio respaldo con líneas crediticias generosas en su apuesta internacional. Algunas estimaciones apuntan que sólo el volumen comprometido con esta sociedad superaría los 750 millones de euros. Pero no es el único caso.
El controvertido empresario Enrique Ortiz, dueño del Hércules C.F e implicado en los casos de corrupción Brugal y Gürtel, es otro de esos clientes ´vip´ que han encontrado en la sede de Óscar Esplá el amparo suficiente para sus proyectos. El riesgo contraído con el constructor alicantino alcanzaría los 450 millones de euros.
Pero estos ejemplos apenas constituyen la punta del iceberg de la desastrosa política de riesgo llevada a cabo por la dirección de la CAM. En ese sentido, no se pueden olvidar el fiasco que supuso su aventura inmobiliaria junto Francisco Hernando ´El Pocero´ en su residencial de Seseña. La caja alicantina se tuvo que quedar con más de medio millar de viviendas ante la imposibilidad del controvertido promotor de devolver los créditos concedidos. Caixa Nova, Banco Santander y Caja Duero también se vieron atrapadas.
El listado de mercantiles inmobiliarias que han arrastrado consigo a Caja Mediterráneo por el frenazo del sector inmobiliario es amplio: Llanera, Fbex, Urbalia, Polaris World o Sacresa (Metrovacesa), entre tantos otros.
El agujero Terra Mítica
Al margen de sus arriesgadas operaciones inmobiliarias, algunos movimientos de dudosa rentabilidad, efectuados sobre todo durante los últimos años, han situado a la entidad al borde del precipicio. Es lo que sucedió con Terra Mítica, donde la caja invirtió cerca de 400 millones de euros y que resultó un fiasco. El pasado año se optó por una desinversión controlada mediante un alquiler con opción a compra -por 70 millones de euros-con la empresa Aqualandia.
La caja fue de la mano del Consell en otros grandes proyectos impulsados en la última década, como la Fórmula Uno, la Ciudad de la Luz o la Volvo Ocean Race. También suscribió, hace apenas cuatro meses y junto a Bancaja, mil millones de euros de la deuda que emitió la Generalitat.
A merced del resto del SIP
Aunque Modesto Crespo no es responsable de la decisión de subirse a la montaña rusa del parque temático de Benidorm, sobre sus hombros sí pesa la discutible forma de gestionar la crisis financiera e institucional de la entidad en el último año y medio, desde que el Banco de España lo llamó a capítulo para prácticamente tutelar su proceso de reestructuración.
Distintos miembros del consejo de la CAM han reconocido al respecto el perfil bajo del empresario ilicitano, lo que entienden le ha restado fuerza a la hora de tomar la iniciativa de una forma enérgica en defensa de los intereses de la entidad, sobre todo en un contexto de tantas presiones. Una cosa es gestionar un concesionario en Elche y otra muy distinta estar preparado para enfrentarse a auténticos tiburones como el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, o su homólogo en la presidencia de Cajastur, Manuel Menéndez. Crespo siempre ha estado a merced de ellos.
Ahora tendrá que dar muchas explicaciones sobre lo ocurrido. La exigencia de dimisión está muy presente y no es descartable que se materialice en los próximos días. |
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