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El presidente del Sabadell, Josep Oliu, no ha podido nombrar al nuevo CEO del TSB a pesar de que es una filial. |
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Como muestra un botón: el banco asegura que ha estado “directamente involucrado en este proceso”… solo faltaba que no lo estuviera.
Solo han pasado tres años desde que el Sabadell comprara el TSB por 1.700 millones de libras (unos 1.900 millones de euros) y Josep Oliu, su presidente, ya está más que harto. La aventura británica le ha costado al banco un auténtico dineral. Solo la factura de la integración tecnológica se elevó hasta los 175 millones de euros, una cantidad no prevista inicialmente pero necesaria para subsanar los fallos que produjeron una caída del sistema el 22 de abril. Las pérdidas en bolsa fueron casi tan cuantiosas como el daño reputacional que sufrió la entidad y que llevaron a la dimisión (destitución) del CEO, Paul Pester, en septiembre.
Dos meses y medio después, el TSB ha anunciado -lunes por la mañana- el nombramiento de Debbie Crosbie como nueva consejera delegada del banco, cargo que asumirá en 2019. El actual presidente ejecutivo, Richard Medding, seguirá al frente del día a día hasta la incorporación, aún por concretar, de Crosbie.
No ha sido, sin embargo, un nombramiento cualquiera, porque han sido los británicos y no los españoles (el Sabadell) quienes han elegido a Crosbie que es británica, naturalmente. O sea, que después de todo el dineral que le ha costado, el Sabadell no puede nombrar al CEO de su filial. El comentario de la entidad lo dice todo: “Banco Sabadell ha estado directamente involucrado en este proceso de selección y que la nueva consejera delegada de TSB será ratificada en el próximo consejo que se celebrará el 29 de noviembre”, señala.
¿Comprenden? Si eres tú el que nombra, no te involucras, ni directa ni indirectamente, en el proceso. Sencillamente, nombras. Al dineral que costó el TSB se une, pues, el no poder nombrar, todavía, al primer ejecutivo. No es extraño que Oliu esté como está. |