Su cercanía a las tesis separatistas provoca pérdida de delegados hacia sindicatos como CSI .
La división de la política y la sociedad catalanas está teniendo también su reflejo en los sindicatos. UGT y CCOO se han visto inmersos en la vorágine del proceso soberanista y están teniendo que lidiar con afiliados que les tachan de independentistas y con otros que, por el contrario, consideran que no se han mostrado suficientemente críticos con la actuación del Gobierno.
Ambos sindicatos admiten «cierto malestar interno» en el seno de sus organizaciones y reconocen haber perdido afiliados. «Más de 500 personas a lo largo del año pasado se dieron de baja», señaló el pasado miércoles la portavoz de CCOO en Cataluña, Montse Ros. «Aproximadamente una mitad pensaba que éramos demasiado cercanos al independentismo y los demás que éramos unionistas», añadía.
Lo cierto es que su posición -mañana se manifestarán en Barcelona junto al independentismo- les está pasando factura en las urnas. Ambos sindicatos sufrieron una significativa caída en las primeras elecciones en el ámbito público de Cataluña desde el 1-O, celebradas en el Servicio Catalán de Tránsito el pasado mes de diciembre. Según ha podido saber EL MUNDO, UGT redujo en más de la mitad su representación (del 16% al 7%) respecto a 2013 y CCOO pasó del 35% al 20%. Los votos perdidos fueron a parar a CSIF, que logró hacerse con el 20% frente al 12% de los anteriores comicios.
Varias organizaciones sectoriales no apoyan ir a la manifestación de mañana contra los jueces
Esta situación volvió a repetirse hace dos meses en las elecciones en el Servicio Público de Ocupación de Cataluña, donde UGT llegó a perder el 37,5% de los votos en Lérida. Por su parte, CCOO bajó un 6,25% en esta misma provincia y un 31,58% en Tarragona. De nuevo, CSIF fue el gran beneficiado. Este sindicato fue el que más creció en votos en el conjunto de Cataluña (un 128% más).
Fuentes de esta organización sindical explican que en esta fuga de votos que han sufrido UGT y CCOO en Cataluña ha tenido mucho que ver el hecho de que ambos sindicatos hayan «cedido a las presiones del entorno independentista».
«Hemos detectado una evolución en el colectivo de empleados públicos hacia la opción que defendemos. De hecho, los sindicatos de clase están sufriendo escisiones por parte de delegados que han dejado sus filas para pasarse a CSIF, como ha sucedido en la Guardia Urbana de Barcelona o en ayuntamientos como Pallejá (Barcelona). En estos momentos hay más municipios donde se están manteniendo contactos para acoger a delegados desencantados con la línea seguida por los sindicatos de clase en el procés», añaden.
Un desencanto presente en diversas organizaciones sectoriales y territoriales que hubieran preferido que UGT y CCOO se mantuvieran al margen y no apoyaran la manifestación de mañana, convocada, entre otras organizaciones, por los separatistas de ANC y Òmnium en defensa de los presos.
Es el caso de la sección sindical de UGT en el Grupo Renfe de Barcelona, que se ha desvinculado del Secretariado Nacional de Cataluña y ha manifestado que «no lo apoyará» en aquellas decisiones que entienden les «dividen como sociedad y sindicato».
Aunque defienden que «cada uno en su ámbito personal puede posicionarse ante cualquier opción política y secundar cualquier tipo» de movilización, «nunca», aseguran, debe hacerse «utilizando las siglas del sindicato». Por eso, piden que UGT de Cataluña «no participe» en la plataforma Espai Democràcia i Convivència -que agrupa a las diversas organizaciones convocantes de la manifestación- «ni en ninguna convocatoria o movilización efectuada por la misma u otras similares».
Concluyen que «hasta que no se revierta esta situación, la sección sindical de UGT en el Grupo Renfe de Barcelona no apoyará al Secretariado Nacional de Cataluña en aquellas decisiones que entendemos nos dividen como sociedad y sindicato».
Una decisión, no obstante, a la que el secretario general de UGT ha restado importancia. «Un sindicato se parece mucho a la sociedad, hay opiniones diversas». «Me preocuparía», señala Pepe Álvarez, «que se discrepara sobre otro tipo de cuestiones como pensiones, salario... políticas que nos son más propias».
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