- Y los sindicatos temen que cunda la opción de Ángel Ron.
- En cualquier caso, prejubilar, ¿para qué? ¿Preparar el banco para una fusión?
- Ron insiste en la independencia del Popular.
- Sea como fuere, las prejubilaciones suponen otra trágala para las cuentas públicas.
La propuesta del Popular para llevar a cabo su plan de ajuste de 2.900 no ha gustado a los sindicatos. Algunos, como el responsable del sector financiero de UGT en Galicia, Javier Castro, aseguran que “no son dignas”. Otros hablan, incluso, de “insulto”. Realmente, ¿es para tanto?
Juzguen ustedes mismos. El banco que preside Ángel Ron ofrece a los trabajadores de entre 55 y 57 años, prejubilarse con el 65% del salario neto anual; a los de 58 años les ofrece el 70% del salario y a los que tienen 59 años o más, el 75%. Alguno pensará que no son malas condiciones, y tal vez sea así. El problema está en las comparaciones. Por ejemplo, el BBVA prejubila a los empleados de 55 años con el 80% del sueldo neto anual. La diferencia es muy grande y supera, incluso, a la propuesta que ha realizado el Popular a los más mayores.
Por eso los sindicatos han puesto el grito en el cielo. Si salen adelante las condiciones del Popular, temen que cunda el ejemplo en el resto del sector, lo que supondría una derrota aún mayor.
En cualquier caso, prejubilar, ¿para qué? ¿Acaso se trata de preparar el banco para fusionarlo? Sea como fuere, Ron sigue insistiendo en la misma idea: el Popular no va a ser absorbido por ninguna entidad y va a continuar de manera independiente.
Al margen de esto, lo que sí es cierto es que las prejubilaciones suponen otra trágala para las cuentas públicas. Sí, es cierto que la empresa sigue pagando la Seguridad Social, pero al cabo de los años esa contribución es muy baja porque ese salario no ha subido ni un céntimo. Además, hay que contar con una práctica común: cuando quedan dos años para la jubilación definitiva, hay empresas que despiden a los prejubilados para que cobren la prestación por desempleo, y eso sí que supone una merma directa de las cuentas públicas.
Otro efecto pernicioso: se precariza el empleo. Para realizar el trabajo que hacía un prejubilado ficho a dos jóvenes que, por la mitad de sueldo, trabajan el doble. Y, por supuesto, prescindir de los empleados con más experiencia es echar por la borda todos sus conocimientos acumulados durante años. Es como cerrar bibliotecas.
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