La semana pasada terminó el periodo de entrevistas individuales entre el Banco Central Europeo y las entidades financieras europeas sometidas a las pruebas de esfuerzo para que estas conocieran de primera mano la impresión sobre el resultado de las mismas y para que, las que lo necesitaran, fueran preparándose para elaborar un plan de contingencia con el que solventar las posibles deficiencias detectadas.
15.10.2014MADRID Salvador Arancibia0
En la banca española, se dice, ninguna entidad va a necesitarlo aunque algunas quedarán en una posición relativa menos buena de lo que se esperaba.
En general, los bancos de la zona euro no deberían tener especiales problemas para superar las pruebas de esfuerzo porque, como acaba de publicar el supervisor, la mitad de las entidades europeas tenían a finales del pasado año un capital Tier 1 del 13% (con un crecimiento de nueve décimas de punto porcentual sobre el año anterior) a lo que habría que sumar los miles de millones de euros de nuevo capital por acciones que se han obtenido en los nueve primeros meses de este ejercicio y los correspondientes a los CoCos que han emitido en este mismo periodo.
Además, los bancos europeos han proseguido su proceso de adelgazamiento de balance mediante reducción del crédito y venta de activos de riesgo, lo que les ha permitido mejorar sus ratios de capital. El capital que se va a considerar para medir la capacidad de resistencia de las entidades no es el Tier 1 sino el CET1 (el 8% para el escenario base y el 5,5% para el estresado), que excluye entre otras partidas las emisiones de CoCos, pero no existe una distancia excesivamente apreciable entre una y otra ratio.
Algunos expertos consideran que para que las pruebas de resistencia tengan la credibilidad necesaria frente a los mercados debería producirse un efecto dilutivo de las ratios de capital de entre 200 y 300 puntos porcentuales frente a los 100 puntos que tuvieron lugar en el anterior test de estrés.
Con esa acumulación general de recursos propios que ha tenido lugar se desprende el relativo optimismo que se traslada tanto desde las entidades individuales, que a pesar de tener prohibido decir cuál es el resultado de las reuniones bilaterales sí hacen alguna valoración general, como desde las propias autoridades supervisoras que en los últimos días deslizan opiniones no negativas sobre los resultados globales.
Los bancos europeos han proseguido su proceso de adelgazamiento mediante reducción del crédito y venta de activos de riesgo.
En cualquier caso ninguno querría ser el primero en decir que pensaba suspender o que estaba en los últimos lugares de la lista que el BCE elaborará en general o en la referida a cada uno de los grupos en los que va a unir a todas las entidades con el objetivo de que se sepa no solo la nota individual sino, sobre todo, la posición relativa que ocupará cada entidad dentro de sus comparables.
En el caso español, se da prácticamente por seguro que ninguno de los 14 principales grupos financieros recibirá una nota negativa en el sentido de que necesite presentar un plan de contingencia para corregir posibles insuficiencias de capital detectadas, lo mismo que parece que tampoco ninguna entidad francesa de las estudiadas va a necesitarlo. Otra cuestión diferente será el grado de exceso de capital que presenten las entidades españolas por separado y, consecuentemente, cómo quedarán cuando se hagan las comparaciones con sus homólogos europeos. Ahí, señalan algunas fuentes, sí puede haber más de una sorpresa desagradable y que alguna entidad española no acabe de quedar bien situada.
Esta suficiencia de recursos parece que no ocurre en la misma medida con algún banco alemán, los rumores sobre Commerzbank son muy altos, y algún italiano, le pasa lo mismo a Monte dei Paschi di Siena. Claro que según distintas fuentes quienes peor parados saldrán, como conjunto, pueden ser los bancos griegos y los portugueses.
El BCE ha decidido excluir de las pruebas, con toda razón, a Novo Banco (la entidad que se supone aglutinará los activos sanos del viejo Banco Espirito Santo) dado que no se está en condiciones de poder examinarlo con razonable certeza ya que sería imposible calcular el balance que podría corresponder a la nueva entidad a finales del pasado año. El resto de entidades portuguesas, aunque han hecho esfuerzos por recapitalizarse en todo este tiempo, podrían salir mal paradas en la medida en que vayan a necesitar nuevas aportaciones de capital para prepararse para hipotéticas nuevas crisis que puedan plantearse en el futuro. Lo mismo parece que les ocurrirá a las entidades griegas.
En todo caso lo importante sería que no pasara como con los anteriores test de estrés cuyos resultados fueron en general positivos para las entidades examinadas pero cuyas cifra no fueron reconocidas por los mercados como garantes de la solvencia de los bancos sometidos a esas pruebas. Las necesidades de capital señaladas eran claramente inferiores a las que esperaban los inversores y ello se tradujo en que en lugar de instalarse la confianza en los mercados creció la incertidumbre hasta límites muy importantes de forma que muchos bancos tuvieron que acudir a hacer ampliaciones de capital y proceder a desprenderse de negocios calificados como no estratégicos para reforzarse y recuperar por sí mismos la confianza perdida. |