La reestructuración va camino de cobrarse el 16% de las plantillas desde 2008
La banca española era una de las más pobladas y generadora de empleo en los años previos a 2008 en términos proporcionales en relación a la dimensión de la economía. Estalló la burbuja del ladrillo, arrastró tras de sí a muchas de las antiguas cajas, y el sacrificio en personal va camino de ser uno de los más sangrientos de la industria europea.
Entre 2008 y 2012 se han extinguido 39.466 puestos de trabajo, revelan los datos del Banco de España. Los planes de reestructuración acordados en casi todas las antiguas cajas, sanas y vulnerables; y en no pocos bancos, apuntan a un ajuste que fácilmente excederá los 45.000 empleos. Hay quien afirma que el proceso irá a más, hasta volver a las plantillas de 220.000 personas existentes en los albores de los setenta.
Despidos en Europa
Con independencia de cómo acabe la foto final, la dieta cobra relieve, incluso a escala europea. El Banco Central Europeo (BCE) cifra en 42.200 los empleos perdidos en cinco años, equivalente al 15,26 por ciento de la plantilla inicial y casi uno de cada cuatro despidos producidos en la banca europea -ascienden a 222.267 desde 2008-.
En el descalabro confluyen dos factores de presión. El sector se encontraba fuertemente sobredimensionado por la estrategia seguida, sobre todo por las cajas, de expandir red y negocio a golpe de hipotecas y financiación inmobiliaria. El revés del ladrillo toca su línea de flotación dejando un reguero de sucursales en números rojos y entidades al límite, que apuran fusiones para salir a flote, a las que siguen reestructuraciones para suprimir redundancias y ahorrar.
La necesidad de aquilatar costes es otro factor de peso para contrarrestar el colapso de los ingresos e intentar mejorar una rentabilidad estrangulada con la losa de las provisiones -las dotaciones se comen el 70 por ciento del margen de explotación-. Con todo y con la absorción de filiales o antiguas cajas, se animan a reducir red y plantillas también los sanos como Santander, BBVA, CaixaBank, Popular o al Sabadell.
La severidad de los planes de adelgazamiento crece exponencialmente en las entidades auxiliadas. En las nacionalizadas, Bruselas impone ajustes que en balance exceden el 60 por ciento en algún caso, aunque se reducen a la mitad en personal. Bajo este mandato, las salidas excederán los 8.000 empleados en grupo BFA-Bankia desde las plantillas de las cajas fundadoras, entre 4.000 y 4.600 en CaixaBank con Cívica, BMN y Novagalicia, y de 2.300 a 3.000 en Caja España-Duero, Catalunya Banc ó Sabadell.
Las primeras salidas eran envidiadas desde otros sectores porque se instrumentaban mayoritariamente vía prejubilaciones, con compensaciones de 45 días por año trabajado, hasta 42 ó 45 mensualidades y con premios por antigüedad.
Ajuste sobre ajuste -Novagalicia, como caso extremo, suma cuatro Eres desde su fusión- queda menos personal prejubilable y las compensaciones bajan a 30 días y 22 mensualidades en las nacionalizadas. En otro extremo, los 50 días del Santander y 45 días de Caixabank, con 42 mensualidades. En los últimos procesos sufren también recortes las plantillas remanentes en salarios y jornadas laborales que pueden llegar al 50 por ciento en ciertos casos.
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