Ambas eran valencianas y han sido adquiridas por entidades catalanas al precio simbólico de un euro y con un esquema de protección de activos (EPA) generoso. Sin embargo, existen muchas diferencias entre los procesos de subasta de Banco de Valencia, recientemente adjudicado a CaixaBank, y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), que ha pasado a manos del Sabadell. La diferencia fundamental es el uso del préstamo de hasta 100.000 millones de euros otorgado por Bruselas al Gobierno para sanear a la banca, y que se utilizará en el caso del Banco de Valencia para recapitalizar a la entidad antes de su entrega a CaixaBank. El banco de La Caixa recibirá a cambio de un euro una entidad limpia de ladrillo y saneada después de que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) le inyecte 4.500 millones de euros. Los accionistas privados actuales de Banco de Valencia sí “soportarán las pérdidas en las que haya incurrido la entidad”, tal y como establece el Memorándum de Entendimiento del rescate europeo a la banca española. Estos inversores privados, entre ellos BFA, representan el 9% del capital social del banco nacionalizado. También asumirán pérdidas los tenedores de preferentes y deuda subordinada. La operación también traerá aparejado un EPA, aunque a diferencia de otros casos no cubrirá el total de los riesgos, sino tan sólo el 72,5% de las pérdidas de una cartera de créditos muy concreta, la referida a “préstamos a pymes y autónomos y riesgos contingentes”, durante un período de diez años. Además, el Banco de Valencia transferirá sus activos tóxicos al Sareb, como se denomina el ‘banco malo’. La entidad acumula 853 millones de euros en activos inmobiliarios adjudicados por su valor en libros, además de una cifra nada menospreciable de crédito promotor. En el caso de la adjudicación del Sabadell a la CAM, la tesis que defendía entonces el Gobierno de boca del ministro de Economía, Luis De Guindos, era que el rescate de las entidades lo sufragasen los propios bancos, por lo que la inyección de capital corrió a cargo del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). El banco que preside Josep Oliú se adjudicó la compra de CAM el pasado 7 de diciembre, al convertirse en la única entidad que llegó hasta el final del proceso de subasta. La entidad alicantina fue recapitalizada a través de dos inyecciones del FGD por un valor conjunto de 5.249 millones de euros. Al Sabadell se le otorgó además un EPA que cubre el 80% de las pérdidas en las que pueda incurrir en un plazo de diez años la cartera crediticia de 24.600 millones de CAM. La estimación inicial era de unos 8.000 millones de euros. El esquema fue mucho más generoso que el que se le ha otorgado a CaixaBank, fundamentalmente porque cuando se realizó esta operación aún no existía el ‘banco malo’, por lo que el propio Sabadell incorporó el ladrillo en sus balances.
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