Las principales economías han tapado con dinero público los problemas de liquidez de sus entidades financieras; La intervención estatal en el sector bancario ha sido una constante en las principales economías desde que estalló la crisis financiera; Gobiernos progresistas y gobiernos conservadores han dejado a un lado la ideología para nacionalizar, y luego reprivatizar, a algunos de los primeros bancos del mundo.
ESTADOS UNIDOS
Miles de bancos nacionalizados
En EEUU existe el equivalente del Fondo de Garantía de Depósitos, la Corporación Federal de Seguro deDepósitos (FDIC, según sus siglas en inglés). La FDIC toma el control de los bancos –lleva ya más de 300 desde que estallaron las hipotecas basura– y los liquida o vende a otras entidades. En EEUU están garantizados los depósitos de hasta 250.000 dólares (193.000 euros). Pero en esta crisis ha sido necesario recurrir a más sistemas.
El más famoso es el Programa de Alivio de Activos Problemáticos (TARP, en inglés), en 2008, al que el entonces secretario del Tesoro, Hank Paulson, definió como «un bazuca». El TARP fue creado para comprar activos de los bancos, pero se reorientó a inyectar capital en las entidades.
Así, el Tesoro adquirió acciones preferentes (convertibles) en los seis mayores bancos de EEUU. Al menos uno de ellos, JPMorgan, no lo necesitaba, y su presidente, Jamie Dimon, trató de impedirlo, pero Paulson le obligó a aceptarlo para evitar una huida de capitales de los otros bancos a ése. El TARP se usó también para rescatar varios miles de bancos menores y para estabilizar el capital de la aseguradora AIG que, tras ser nacionalizada, resultó tener concentrados todos los agujeros negros de la galaxia. Con el rescate de los bancos, el Tesoro ha ganado 16.000 millones. AIG probablemente acabe generando plusvalías.
Además, EEUU nacionalizó el 79,9% de AIG y de las empresas de compra de hipotecas Fannie Mae y Freddie Mac. ¿Por qué el 79,9%? Porque, a partir del 80%, tendría que haber consolidado esas empresas en las cuentas públicas y EEUU habría suspendido pagos ante semejantes ruinas.
Se calcula que en Fannie y Freddie EEUU ha enterrado 180.000 millones de euros. La Reserva Federal también dio a JPMorgan 15.000 millones a fondo perdido para comprar el banco de inversión Bear Stearns.
REINO UNIDO
Del plan de rescate a la reforma
Acuciado por la falta de liquidez en los bancos, el Gobierno laborista de Gordon Brown aprobó en octubre de 2008 un plan de rescate de 50.000 millones de libras (61.000 millones de euros) para estabilizar el sistema financiero del Reino Unido. El plan incluyó la nacionalización parcial de la banca, empezando por el Northern Rock. El Gobierno forzó la absorción de HBOS por Lloyd’s, del que luego compró el 43%. La intervención más espectacular fue, sin embargo, la del Royal Bank of Scotland (RBS) del que el Estado sigue poseyendo el 80%. En total, ocho bancos participaron en el plan de recapitalización, incluidos HSBC y Abbey, que pertenece al Santander.
A su llegada al Gobierno, en mayo de 2010, el conservador David Cameron, prometió una retirada progresiva del Estado. La difícil situación económica del país –que ha vuelto a la doble recesión– ha frustrado los planes de Cameron para reprivatizar los bancos, empezando por el Lloyd’s.
En junio de 2010 se creó la Comisión Independiente del Sector Bancario (ICB), para estudiar las reformas estructurales y no estructurales del sector bancario. En septiembre de 2011, la ICB presentó el informe Vickers, que fija la fecha de 2019 para separar la banca minorista de la banca de inversión y propone la adopción de cambios operativos de inmediato para minimizar los riesgos de los contribuyentes y las finanzas públicas, y evitar una crisis similar a la que siguió a la debacle financiera de 2008.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, crítico impenitente de la cultura de los bonus tan arraigada en la City, ha advertido de que la reforma se debe acometer sin más demora, para evitar que se agraven «los desequilibrios que están comenzando a crecer de nuevo».
IRLANDA
Un batacazo premonitorio
Irlanda es el primer país de la zona euro en entrar en recesión en septiembre de 2008, tras el estallido de su burbuja inmobiliaria. También es el primero en reaccionar tras el hundimiento de Lehman Brothers, al aprobar una garantía de crédito de 400.000 millones para los bancos irlandeses ese mes. A finales de año, el primer ministro, Brian Cowen, acuerda inyectar 5.500 millones en sus tres principales entidades bancarias. Pero la recapitalización no basta para el Anglo Irish Bank, cuyos directivos dimiten en cadena por corrupción y malversación de fondos. El banco es nacionalizado en 2009 para evitar el colapso.
Standard and Poor’s yMoody’s bajan ostensiblemente la nota al malherido tigre celta, que empieza a aplicarse la receta de la austeridad con recortes del gasto público de 10.600 millones en dos años. Entre crecientes dificultades presupuestarias, Dublín
insiste en que no necesita ayuda exterior. El Eurogrupo presiona para que pida auxilio al Fondo Europeo de Estabilización. Finalmente, en diciembre de 2010, Irlanda recibe una inyección de 85.000 millones.
El malestar social provoca entre tanto la debacle del partido en el Gobierno, el centrista Fianna Fáil. El conservador Enda Kenny se convierte en primer ministro en marzo de 2010. Su primera medida –bendecida por BCE y FMI– es reestructurar la banca y quedarse con dos grandes entidades. En otoño de 2011 empieza a hablarse del milagro irlandés: su economía crece un 1,6% en el segundo trimestre gracias a las exportaciones. Los bancos empiezan a perdonar préstamos hipotecarios. Pero la débil economía experimenta una nueva caída en la recta final del año, entre el aumento del paro y un renovado malestar popular que se manifestará el día 31, en el referéndum sobre el pacto fiscal que puede marcar un volantazo en la política de austeridad de la UE.
ALEMANIA
«Un gran congelador»
Poco antes de la media noche del 5 de octubre de 2008, cuando sólo faltaban dos horas para que abrieran las bolsas en Asia, el Gobierno alemán y la banca privada acordaron un paquete de ayuda al banco hipotecario Hypo Real Estate (HRE) por valor de 50.000 millones de euros. Era el segundo intento de salvación en sólo una semana y resultó insuficiente. Apenas unas horas después, Angela Merkel reconoció que serviría sólo para garantizar a corto plazo la liquidez y que el Estado tendría que ofrecer garantías por 568.000 millones. La canciller daba un giro radical a su discurso para evitar una inminente fuga de capitales. A cambio, prometió consecuencias penales para los directivos de HRE.
Así se apuntaló la liquidez del Hypo, el segundo banco hipotecario alemán, hasta 2009, cuando se puso en práctica la ley de julio de ese mismo año que permitió crear un banco malo, explicado por el Gobierno como «un gran congelador». El modelo permite retirar los activos a un valor cercano al de libros, el 90%, pagando al Estado la diferencia con el valor de mercado a lo largo de 20 años. La compra es financiada con bonos emitidos con garantía de una agencia federal y la entidad debe retribuir al Estado por la garantía.
Así surgieronWestLB en 2009 y FMSWertmanagement en 2010. La gestión de las entidades queda intervenida. Es un modelo voluntario y descentralizado, donde cada entidad crea su banco malo. La deuda emitida y garantizada por el Estado puede ser descontada en el BCE para obtener liquidez, pero no computa como deuda soberana en la contabilidad nacional.
Además de créditos y activos, permite traspasar posiciones de riesgo y todas las unidades de negocio. En el caso de Hypo, Bruselas autorizó la operación considerando que se trataba de una cesión (200.000 millones en activos tóxicos no estratégicos) de carácter temporal. Hypo Real Estate ha sido reestructurado y en abril comenzó su reprivatización.
Con información de Carlos Fresneda, Pablo Pardo y Rosalía Sánchez. |