Los mercados no darán tregua a un sector sin perspectivas de negocio. (Por María Vega)
Parece que esta vez sí, España ha puesto en marcha una reforma que, si cumple con su cometido, sentará las bases para que en el futuro el país pueda presumir con propiedad de contar con un sistema financiero saneado. Sin embargo, no hay que engañarse. Para llegar a esa meta, queda un largo camino por recorrer, en el que el sector financiero español seguirá muy penalizado en Bolsa.
En el medio plazo, los inversores internacionales seguirán mirando con recelo a la banca española. La diferencia es que, a partir de ahora, el castigo se centrará en las malas perspectivas de su negocio bancario y dejará de lado, por fin, las críticas al Gobierno por no querer asumir la realidad de su sector financiero.
Las nuevas provisiones impuestas a los bancos y el anuncio de que el Gobierno utilizará dinero público para ayudar a las entidades que lo necesiten han sido celebrados por Goldman Sachs esta semana por suponer «un paso adelante en el reconocimiento» de los problemas pero, según recordó este banco de inversión en una nota difundida el pasado miércoles, tras filtrarse los primeros detalles de la nueva reforma financiera, «las pérdidas permanecen y no hay soluciones fáciles» al problema bancario español.
En los próximos meses, la banca nacional tendrá que provisionar 28.000 millones más de lo previsto el pasado febrero y lo hará con cargo a unos resultados que cada vez estarán más dañados por culpa del mercado doméstico, según coinciden los analistas consultados por MERCADOS.
En un país que acabará este año con seis millones de parados y que sufrirá una contracción de su economía del 1,7% (según las previsiones del FMI), las expectativas de negocio bancario son poco halagüeñas. No sólo porque la capacidad de las entidades para desarrollar su actividad tradicional –conceder crédito– se ha visto mermada por sus restricciones de acceso a los mercados de capitales, sino también porque la situación macroeconómica del país amedio plazo indica que va a ser difícil que las entidades encuentren demanda solvente para poder conceder nuevos préstamos.
A esto se une el apalancamiento excesivo de España, un país cuya deuda pública y privada alcanza el 169% del PIB, según el Banco de España. «Las perspectivas son muy negativas porque es un mercado con poco potencial al que esperan cinco años muy duros», señala el estratega de IG Markets, Daniel Pingarrón.
Sólo BBVA y Santander pueden solventar con su diversificación geográfica esa caída del negocio doméstico. Pero la banca mediana (Bankia, Sabadell, Popular, Banca Cívica y el resto de las antiguas cajas, no cotizadas) sufrirán las consecuencias de ese entorno adverso en un momento en el que el encarecimiento del capital también juega en contra de sus beneficios y penaliza los análisis por fundamentales del sector financiero español.
Sin más barras libres programadas por parte del BCE, sin tregua en las bolsas y con la losa de la prima de riesgo país (la prima de riesgo por encima de los 400 puntos dispara el coste de financiación de los bancos), el encarecimiento de la financiación jugará en contra de los resultados de las entidades. Especialmente, en el caso de Banco Sabadell y Banca Cívica –dos bancos que ya son bono basura para Standard& Poor’s–, así como para otras entidades que están amenazadas con ser degradadas a ese nivel especulativo, como Bankia, Popular, Ibercaja, Bankinter o Kutxabank. En el mercado hay tranquilidad con los vencimientos de las entidades para el corto plazo (que están a salvo gracias al dinero que los bancos tomaron prestado a tres años en las megasubastas del BCE). Pero también hay dudas sobre la capacidad de la banca para recapitalizarse.
En los últimos tiempos, en los que las bolsas han dado la espalda a las entidades españolas, su potente red de sucursales les ha permitido colocar acciones, participaciones preferentes, pagarés o deuda subordinada entre sus clientes para hacer frente a sus necesidades financieras. Tras los escándalos de las preferentes o el fiasco bursátil de Bankia, hay quien pone en duda que ese apoyo permanezca. «Van a ser incapaces de asumir el nuevo capital exigido. Ya han exprimido al minorista y muchas han perdido el 50% de su capitalización bursátil», afirma el asesor del fondoGlobal Allocation, Luis Bononato.
La salida a Bolsa de Bankia y el canje de preferentes por acciones realizado por la entidad un mes y medio antes de que el Estado tuviera que intervenir en su capital, han sido el último episodio que ha conmocionado a una sociedad que cada vez confía menos en los consejos de sus sucursales. |