Bankia, la fusión en la que participa Bancaja, ya tiene la ficha bancaria con la que saldrá a Bolsa. Caja Mediterráneo (CAM) también confia en que inversores institucionales, sean públicos o privados, le ayuden a superar la crisis tras quedarse con Banco Base. El mercado tiene la palabra
VALENCIA. Sus caminos son divergentes desde el día en que Bancaja y CAM, las dos grandes cajas de ahorro valencianas, decidieron ir cada una por su lado en la reestructuración del sistema financiero español, y su situación actual es completamente distinta. Mientras que la entidad que preside José Luis Olivas tiene cada vez más definido el marco en el que se va a mover en los próximos años, con su integración en Bankia junto a Caja Madrid y otras cinco entidades, CAM está redefiniendo su estrategia tras el fiasco de su fusión con las tres cajas lideradas por Cajastur. Durante los últimos días se han tomado decisiones de calado en ambos frentes, acuerdos que han permitido al sector financiero hacerse una idea de las hojas de ruta.
Quien tenía, y tiene, el escenario más complejo es CAM, que afronta unos días de vértigo tras la ruptura definitiva la semana pasada de su acuerdo con Cajastur. Ayer tuvo un respiro al conseguir un acuerdo con sus exsocios para quedarse con la ficha de Banco Base, la entidad que habían creado en común para desarrollar su fusión. No es un acuerdo menor, puesto que en la ruptura se abrieron dudas sobre si habría disputas por la ficha bancaria, un activo que allana parte del trabajo de la conversión de las cajas de ahorros.
Según comunicó ayer CAM a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, los socios del banco que se creó con un capital social inicial de 20 millones, aportados proporcionalmente a su participación por cada uno de los socios (40% CAM, 40% Cajastur y el resto repartido entre Caja Extremadura y Caja Cantabria), alcanzaron un acuerdo para la "liquidación ordenada y de buena fe" de sus relaciones. Esto implica, como se apunta en la nota remitida al supervisor del mercado, que CAM se quedará con la ficha de Banco Base, por lo que deberá compensar a sus ya ex compañeros de viaje devolviendo los 12 millones de euros que aportaron al capital.
UN ACUERDO DE BUENA FE
El acuerdo firmado ayer también supone el punto final formal a toda relación entre las cuatro cajas, que se ven "liberadas de sus obligaciones y compromisos de solvencia, liquidez, puesta en común de resultados y responsabilidad solidaria" que recogía el contrato. El hecho de que se haya alcanzado un acuerdo "de buena fe" implica también que CAM renuncia a emprender las acciones legales con las que amenazó la semana pasada a Cajastur, Cantabria y Extremadura, por el incumplimiento del contrato.
De esta manera, CAM ya tiene vía libre para empezar a cumplir los acuerdos que tomó el pasado viernes en la reunión del consejo de administración: traspasar todo su negocio a un banco y buscar soluciones para recapitalizarse. Aquí es donde aún queda mucho por decidir. Las opciones que tiene la entidad que preside Modesto Crespo son limitadas y siempre con la obligación de encontrar fondos para cubrir el desequilibrio que tiene en su balance y alcanzar el 8% o el 10% de core capital (dependiendo de si cotiza o no) que exige la nueva norma del Banco de España.
Sobre quién cubrirá los 2.800 millones de euros que estima CAM que necesita para alcanzar ese ratio de solvencia, las quinielas siguen abiertas. Si el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, apuntó el martes que la entrada del capital privado sería la solución más deseable, lo cierto es que parece que el Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria (FROB) tendrá que rascarse le bolsillo.
UNA LARGA LISTA DE POSIBLES COMPRADORES
Mientras, CAM se ha convertido en el punching ball del sistema financiero español. Todos tienen algo que decir sobre la caja con sede en Alicante. Los hay que se ofrecen a estudiar la compra (ya sea mediante la adquisición de activos si se trocease, posibilidad que negó la propia entidad, o cubriendo una hipotética ampliación de capital de Banco Base), como BBVA o Sabadell, que ayer se apuntaron a la lista en la que Santander está desde el primer día. Otros, como La Caixa, despejan la oferta y niegan que "en estos momentos" estén estudiando o tengan interés por ninguna entidad. Y los hay quienes, directamente, critican abiertamente, aunque no citen nombres, la forma de actuar de CAM desde que empezó a buscar socios.
Los que ponen el dedo en la llaga no son, además, unos desconocidos para CAM, como BBK, entidad con la que negoció en el intervalo entre el acuerdo frustrado con Cajamurcia y el acuerdo fallido con CajAstur. Su director general de negocio de BBK, Ignacio Sánchez-Asiaín, apuntó ayer lo que se antoja como una evidencia que algunos no han visto: "No basta con recapitalizar, lo importante es ver si cada entidad es capaz de pervivir". Es decir, que una vez saneadas generen negocio para no volver a caer.
Otra voz crítica fue la del director general de Ibercaja, José Luis Aguirre. La entidad con sede en Zaragoza, que sigue en solitario y con vocación de mantener la esencia de una caja de ahorros, también ha sonado como interesada en CAM. Aguirre apuntó, sin citarlos, a los enfrentamientos entre los directivos de CAM y Cajastur, y más en concreto entre Roberto López Abad y Manuel Menéndez. "En algunos procesos de concentración no existe la unificación de liderazgo y de culturas para que las ideas se conviertan en realidad", dijo Aguirre, que sentenció: "La industria financiera necesita liderazgos claros y no compartidos". Un aviso a navegantes ante la opción de que se reclame a Ibercaja su participación en cualquier operación de salvamento.
ALTAE SE CONVIERTE EN BANKIA
Mientras CAM reorienta su estrategia, en el rascacielos de Caja Madrid los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo. En Bankia, donde está integrada Bancaja, no hay margen para la duda. El martes por la noche su consejo de administración acordaba la división de sus activos en dos entidades. Por un lado, el negocio bancario y financiero, que se traspasará a Altae, la banca privada de Caja Madrid que ayer mismo acordó su transformación en la nueva Bankia, que será la que salga a Bolsa sin lastre. Por otro, Banco Financiero y de Ahorro (BFA), donde actualmente se concentra aún todo el negocio de las siete cajas que participan en la fusión. BFA se quedará como entidad holding, es decir, será la propietaria del capital de Altae hasta que se lance la OPV y de entrada a terceros en su accionariado. Esta división fue interpretada en el mercado como la creación de un ‘banco malo´, una práctica que ya han realizado otras entidades, como Cajastur cuando asumió la intervenida Caja Castilla-La Mancha (CCM), o La Caixa que tras la creación de CaixaBank, deja en Servihabitat los segmentos de negocio que el mercado considera tóxicos, como el inmobiliario. No es una interpretación fuera de lugar, ya que BFA se quedará, por ejemplo, con todo el suelo que tiene adjudicado (es el mayor propietario de España), los préstamos en situación dudosa y subestándar (morosos con el plazo vencido) o algunas participaciones societarias. Las fuentes financieras consultadas ayer por Valenciaplaza.com no supieron definir el perímetro de la nueva Bankia. Dónde quedarán los derechos políticos y económicos de empresas participadas por Caja Madrid o Bancaja como Iberia, Iberdrola, NH Hoteles o el propio Banco de Valencia, por citar alguna de las cotizadas. Más dudas arroja aún todo el paquete de empresas vinculadas al ladrillo, como las inmobiliarias propias, entre ellas Bancaja Hábitat o CISA, o Martinsa-Fadesa. Una lista se complicaría más si se incluyen participaciones como la de Terra Mítica.
En ese encaje de piezas en cada puzzle -Altae/Bankia y BFA- trabaja ahora el banco que preside Rodrigo Rato, que ayer se mostró molesto con la denominación de ‘banco malo´. "Hemos decidido mover nuestros activos entre la sociedad holding y el futuro banco cotizado buscando maximizar el valor para nuestros clientes y el mayor atractivo para los posibles inversores", dijo Rato, que reconoció que la mayor parte de las participaciones industriales del grupo estarán en BFA, mientras que en el cotizado sólo se incluirán aquellas que cuenten con una mejor percepción por parte del mercado.
"¿Banco malo? Las cosas no son malas cuando ganan dinero", replicó Rato, apuntando así la posibilidad de que el BFA mantenga determinados negocios que le permitan compensar las pérdidas que le genere todo el paquete inmobiliario mientras se espera que algún día esa cartera de suelo y viviendas sea rentable. La cuestión es saber si el holding será autosuficiente o tendrá que vivir de las plusvalías que genere la Bankia cotizada. La respuesta no tardará en llegar. Los directivos de la entidad trabajan a marchas forzadas para presentar cuanto antes el folleto de emisión que, tras la aprobación pertinente de la CNMV, abrirá ‘al primer banco de la nueva banca´ la puerta al examen del mercado. |