Si ha caído un banquero tan próximo al PP como Blesa, nadie está salvo. Máxime con el Gobierno necesitado de dar ejemplo para calmar los ánimos en la calle, cada vez más nerviosa.
Blesa está entre rejas por una compra de un banco en Florida que acarreó unas pérdidas de 500 millones de euros. Imagínense dónse se estarán metiendo quienes dieron la orden de vender preferentes los que firmaron la salida a bolsa de Bankia
A estas horas hay una legión de directivos bancarios a los que no les llega la camisa al cuello. El ingreso en prisión del ex presidente de Caja Madrid ha abierto la caja de los truenos. Se acabó la impunidad. Si el hombre que dirigió la segunda caja de ahorros española durante 13 años ha terminado entre rejas por una compra de un banco en Florida que acarreó unas pérdidas de 500 millones de euros, imagínense dónde se estarán metiendo quienes dieron la orden de vender preferentes -más de 10.000 millones sólo entre tres entidades- a mansalva sin reparar en el perfil de los clientes o en quienes firmaron la salida a bolsa de Bankia.
¿Por dónde empezamos? CAM, Bancaja, Novagalicia, CatalunyaCaixa, Banca Cívica, las cajas castellano-leonesas, Caja Sur, CCM... Fueron gestiones desastrosas y operaciones incomprensibles como las que han llevado a Blesa a la prisión de Soto Real las que han puesto el sector financiero español al pie de los caballos y han obligado a los españoles a sufragar una gran parte de sus pérdidas.
Estos gestores sin escrúpulos, apoyados por los políticos de turno más atentos a tapar agujeros que a depurar responsabilidades, campaban hasta este jueves a sus anchas. Hoy son personajes más bajo sospecha todavía, que difícilmente recuperarán una vida profesional normal y estable y que desde ayer saben que más temprano que tarde pagarán por su incompetencia.
La decisión del juez Elpidio José Silva no puede ser más valiente. Toca a unos de los peces gordos del sector, un íntimo amigo de José María Aznar con extraordinarias relaciones con el partido en el poder. Uno de esos hombres con información suficiente para poner contra la pared a políticos, reguladores y supervisores.
Y, sobre todo, se produce después de una demanda interpuesta por Manos Limpias, la misma organización que en junio del año pasado denunció ante el Fiscal General del Estado a los directores de las sucursales de los bancos y cajas que vendieron preferentes. La misma también que se ha querellado contra la enorme familia de ex bankias -Carlos Vela, Gerardo Díaz Ferrán, Rodrigo Rato y todos los que ocuparon silla en consejo bajo el mandato de los dos últimos presidentes- además de el ex Gobernador de Banco de España y el ex presidente de la CNMV Julio Segura.
El enorme escándalo de Bankia -el día 28 se desplomará en bolsa después de que los miles de inversores cazados en preferentes y subordinadas canjeen sus híbridos por acciones- es sólo la punta del iceberg de una estafa de enormes proporciones. Mucho ha tardado la justicia en decretar prisión para un banquero. Si las cosas siguen su curso normal, no será el último. Ni mucho menos.
El proceso no ha hecho más que empezar. Si ha caído un banquero tan próximo al PP como Blesa, nadie está salvo. Máxime con el Gobierno necesitado de dar ejemplo para calmar los ánimos en la calle, cada vez más harta. Como en tantas cosas en el sector financiero español, se ha llegado tarde. Pero se ha llegado y eso es lo que importa ahora.
Nadie debe quedar impune. Un alto ejecutivo de uno de los bancos que salió a bolsa allá por el verano de 2011 aseguraba en la intimidad del reservado de un restaurante que si un juez supiera como se elaboraron y aprobaron los estados financieros a los que la CNMV dio el visto bueno para la oferta pública de acciones, todos los firmantes estarían entre rejas.
¿De quién estamos hablando? De todo el sistema. Bufetes de abogados, bancos de inversión, firmas de bolsa que vendieron acciones sin escrúpulo alguno, supervisores y auditores que hicieron la vista gorda, políticos que alentaron operaciones calificadas como "asuntos de estado"... La caja de los truenos está abierta y bien abierta está.
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