Desde 2009, los proceso de fusiones entre los bancos y las cajas españolas han reducido el número de estas entidades de 50 a 12. El número está destinado a bajar aún más: los fuertes tendrán que absorber a los débiles
En poco más de tres años, el mapa del sistema financiero español ha sido completamente rediseñado por las fusiones. Se empezó con las llamadas fusiones frías, los SIP, entre cajas. Un modelo que se adoptó para vencer las resistencias de los poderes políticos locales que, durante mucho tiempo, se resistieron a perder el poder sobre “su caja”. Con el avanzar de la crisis, sin embargo, de estas fusiones frías se empezó a pasar a uniones verdaderas y en algunos casos absorciones. Los bancos, que se habían quedado fuera del proceso empezaron a participar.
El resultado es que, de 50 entidades que existían en 2009, llegamos a junio de 2012 con 12 bancos. En el corto plazo, además, deberían desaparecer, al menos, otras tres entidades, que han sido nacionalizadas por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y que deberían ser absorbidas en sendos procesos de subasta.
La primera en desaparecer debería ser Banco de Valencia, cuya subasta es esperada para el próximo julio. Inmediatamente después, le tocaría el turno a CatalunyaBanc, cuyas cuentas están siendo estudiadas por seis entidades. Después del verano, le llegaría la vez a NovaGalicia Banco. La entidad gallega está buscando inversores privados dispuestos a devolver el dinero el FROB: sólo de esta forma conseguiría evitar su desaparición. Sin embargo, en el sector se da por descontado que el banco de las cajas gallegas no conseguirá reunir el dinero que necesita y también acabará subastado.
En cualquier caso, en las actuales circunstancias de mercado y a la espera de que consultores externos y auditoras terminen de aclarar el agujero en los balances de la banca española, no se descarta que el Gobierno acabe aplazando las subastas de las entidades intervenidas, o que las ofertas que reciba no satisfagan los objetivos que se ha puesto. En este caso, el Estado se quedaría como principal accionista de estas entidades, y procedería a su recapitalización y saneamiento, con el objetivo de venderlas en el futuro para recuperar el dinero invertido.
También se bajara la opción de que CatalunyaBanc y NovaGalicia Banco (en el caso de Banco de Valencia, por su menor tamaño, es más probable que la subasta llegue a buen fin) sean fusionadas con Bankia: se crearía así un gran banco público, al estilo de la antigua Argentaria, aunque sin vocación de permanencia por parte del Estado, que vendería en cuanto la situación del mercado lo consienta.
Mientras tanto, entre el resto de entidades, siguen los movimientos de acercamiento. El último en concretarse ha sido el anuncio del noviazgo entre Liberbank (el grupo formado por CajAstur, Caja Extremadura y Caja Cantabria) e Ibercaja, que ya estaba en proceso de fusión con Caja Tres (CAI; Caja Círculo y Caja Badajoz).
La unión de los tres grupos dará lugar a la séptima entidad financiera de España, con unos activos totales de 115.847 millones de euros.
Liberbank e Ibercaja habían sonado como posibles co-protagonistas de una mega fusión a cuatro bandas entre las cajas medianas, que habría involucrado también a Unicaja (en proceso de absorción de Caja España Duero) y a Banco Mare Nostrum (resultado de la unión de Caja Murcia, Caja Granada, Sa Nostra y Caixa Penedés. Sin embargo, la unión a cuatro, que contaba con el apoyo del Ministerio de Economía, no se llegó a concretar, debido tanto a las dificultades técnicas y de gestión, como a los recelos entre los presidentes de cada entidad.
Reducción de capacidad El estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis económica han dejado claro que a la banca española le sobra capacidad instalada. Desde comienzos de la crisis, bancos y cajas han cerrado más de 6.200 oficinas y han reducido sus plantillas en 27.814 empleados . Aún así, expertos y autoridades están convencidos de que falta mucho recorrido.
Incluso cuando pase la crisis y la economía empiece a recuperarse, la actividad no volverá a alcanzar los niveles pre-crisis, con el crédito subiendo a tasas promedias del 20%. Esto significa que “no hay negocio para todos”, como señala un directivo del sector. Por eso, “serían deseables más fusiones y, sobre todo, que las entidades débiles desaparezcan para que las sólidas y sanas puedan quedarse con su negocio”.
La Comisión Europea (CE) ha indicado, de hecho, que una de las condiciones de la ayuda financiera a la banca de 100.000 millones de euros que Europa ha concedido a España será la liquidación de entidades inviables. Por ahora, el Gobierno asegura que no se plantea liquidar ninguna entidad.
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