Amorós desoyó la orden del supervisor y mantuvo los ´artificios contables´; El antecesor de Crespo en una firma de la caja no cobró nunca dietas
El cierre del grifo financiero a partir del año 2008 y la necesidad de mantener un mínimo de solvencia ante una hipotética fusión llevaron a los directivos de Caja Mediterráneo (CAM) a maquillar la contabilidad para eludir entrar en pérdidas. Mediante “artificios contables”, según recoge el informe de los técnicos supervisores del Banco España, la CAM computó en su cuenta de resultados de los años 2009, 2010 y del primer semestre de 2011 3.504 millones, que realidad eran activos dañados (fallidos o dudosos).
La CAM optó por esa irregular contabilidad, pese a la advertencia expresa del Banco de España mediante la circular 4/2004. La exdirectora general María Dolores Amorós fue la última en hacer oídos sordos a la orden y en sus seis meses en el cargo rehabilitó operaciones dudosas por 672 millones de euros.
El informe señala que en 2008 la entidad pasó a fallidos su cartera de activos más problemática, evitando de esta forma tener que reconocerla como activos dudosos. La cifra de fallidos con alguna garantía de la caja en junio de 2011 era de 349 millones, de los cuales sólo eran recuperables el 30%.
Los técnicos supervisores aseguran que, una vez que la CAM agotó las posibilidades del pase a fallidos, optó por la fórmula de rehabilitar activos dudosos y fallidos como riesgos normales. La Inspección del Banco de España detectó en 2009 que la mayoría de esas posiciones dudosas incumplía los criterios de reclasificación de operaciones de la circular 4/2004, “pues ni pagaba los intereses pendientes, ni aportaban nuevas garantías”. La forma de proceder era así: “En el caso de que la tasación original de la garantía lo soportase, se le concedía financiación con una segunda o tercera hipoteca sobre el mismo bien, sin tener en cuenta la capacidad del acreditado para generar fondos suficientes que le permitieran hacer frente a los compromisos contraídos con la caja”, recoge el documento.
La tercera vía de la que se valió la caja para mantener un nivel de créditos dudosos semejante al del resto de las entidades fue titulizar préstamos fallidos, dudosos e inmuebles adjudicados. La CAM realizó cuatro operaciones de titulización mediante fondos privados, domiciliados en Irlanda y los Países Bajos. En tres de ellas se utilizaron préstamos dañados. El beneficio reconocido en las cuentas de 2010 por esas tres operaciones fue de 143,7 millones.
Y el cuarto mecanismo irregular fue el afloramiento de plusvalías. Esta fórmula la practicó de manera especial con el socio mayoritario, Rafael Gálea, en la firma participada de Hansa Urbana. Esta operación supuso 40 millones más en la cuenta de la CAM en el ejercicio de 2010.
El informe concluye que los efectos de esta ingeniería financiera en los resultados de la entidad fueron que la caja presentó en marzo de 2011 unos beneficios de 40 millones de euros, que en junio del mismo año se convirtieron en pérdidas de 1.136 millones.
La relajación de los controles internos de la caja para valorar riesgos fue marca de la casa desde el inicio de la crisis. El Banco de España pone como ejemplo la falta de actitud para el recobro de impagados. El informe recoge que en 2009 el auditor interno, al detectar la falta de reclamaciones, se dirigió a la Unidad de Riesgos con particulares. Y la respuesta fue que no había nadie encargado del recobro. En ese fecha el monto de operaciones no reclamadas era de 454, por un importe de 10 millones.
Sobre las dietas del presidente del consejo de administración, Modesto Crespo, por presidir la firma participada Tinser (640.000 euros, de ellos 190.000 con carácter retroactivo), el informe dice: “El empleado de la caja Alfonso Rodríguez Rabadán, que actuó hasta entonces como administrador único, nunca recibió remuneración alguna distinta de su sueldo como empleado”. |