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d. navarro

El grupo Ballester fue uno de los grandes beneficiados de la manga ancha con la que el anterior director general deCaja Mediterráneo (CAM), Roberto López Abad, trataba a los promotores durante los años del "boom" inmobiliario. De hecho, su caso es uno de los que aparece citados específicamente en el informe elaborado por la Inspección del Banco de España como ejemplo de las numerosas operaciones ruinosas que realizó la entidad y que permitieron dar el "pelotazo" a muchos empresarios a costa de la rentabilidad de la caja. 

Así, según el citado documento, la principal promotora de Ballester, Edificaciones Calpe, compró en enero de 2004 tres parcelas en Benidorm por las que pagó 23 millones de euros. En ellas quería construir tres torres y, para desarrollar el proyecto, se asoció con la CAM y la constructora Ecisa en una nueva empresa, Emporio Mediterráneo, en la que puso 3,9 millones de capital. Apenas unos meses después de la primera opeeración, en diciembre de 2004, esta nueva sociedad acabó comprando dos de las parcelas por 42,2 millones, casi el doble de lo pagado inicialmente.
Lo mejor del caso es que Ballester se acabó retirando del proyecto en 2009, eso sí, tras haber conseguido unas plusvalías de 15,3 millones mientras que la CAM se anotaba unas pérdidas de 19 millones, tal y como avanzó este diario en su edición del pasado 11 de febrero.
Las relaciones de Ballester y la entidad alicantina no acaban ahí. En noviembre de 2011 el grupo inmobiliario mantenía con la CAM una deuda de 109 millones de euros que obligaron a los nuevos administradores de la caja designados por el FROB a realizar dotaciones por valor de 83 millones de euros ante los impagos acumulados y el elevado riesgo que presentaban los créditos, según las mismas fuentes. Entre otras cosas, el informe destaca que Ballester no se molestó en recapitalizar ninguna sociedad para reducir estos riesgos, lo que habría disminuido las pérdidas de la CAM.
López Abad repitió este mismo esquema, que permitía a los promotores enriquecerse rápidamente, con otras muchas sociedades como Ros Casares, Costa Marina Mediterráneo, Blauverd Mediterráneo, Santomera Golf Resort o la inmobiliaria Nyesa. En este último caso, la caja otorgó a la promotora un crédito de 32 millones a cambio de un terreno que le había costado solo 1,3 millones ocho meses antes.

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