Josep Oliu, presidente de Banco Sabadell. (EFE)

Banco Sabadell calma al mercado con nuevas provisiones sobre su participación en el banco malo (Sareb). La entidad catalana asumió pérdidas de 150 millones durante 2018 para alinearse con el nivel de saneamiento del resto del sector financiero, según se refleja en sus cuentas de 2018 enviadas a la CNMV.

La entidad presidida por Josep Oliu explica que ha decidido deteriorar su posición en el banco malo “al cierre del ejercicio 2018, sobre la base del último plan estratégico presentado por Sareb”. Lo hizo en 128,6 millones en el caso de las acciones -tiene un 6,6% del capital de la sociedad presidida por Jaime Echegoyen-, y en 20,8 millones en el caso de la deuda subordinada.

Con ello, ha pasado de valorar su posición en Sareb en 227 millones a comienzos de 2018 a 78 millones a finales del año pasado. La inversión inicial en 2012 fue todavía mayor, de 321 millones, por lo que ya ha dado por perdido un 70%.

En el caso de las acciones, el deterioro implica que Sabadell sólo espera recuperar un 3% de su actual inversión. Es decir, que asume que a medio plazo Sareb podría quedarse casi sin capital y exigir una nueva conversión de la deuda subordinada en capital.

El origen del agujero

Estas provisiones de Sabadell van en línea con las realizadas por el resto del sector financiero en los últimos años. De hecho, el mercado empezó a presionar el año pasado para que las entidades que menos coberturas tenían con Sareb ampliaran las dotaciones, sobre todo por Sabadell y Santander. A la espera de que detallen sus cuentas otras entidades, las que menos habían provisionado su participación en el banco malo eran los grupos medianos de cajas.

Todo el sector financiero salvo BBVA acudió a la llamada del Gobierno en 2012 para respaldar la creación de Sareb. España necesitaba que la mayoría de capital fuera privado para que no se considerara una empresa pública a efectos de contabilidad nacional, lo que hubiera disparado la deuda pública.

El Frob (Fondo de Reestructuración), bancos, aseguradoras, entidades extranjeras e incluso Iberdrola, a través de su inmobiliaria, formaron el capital del banco malo, aportando 4.800 millones. Francisco González, presidente de BBVA, se negó a participar alegando que el plan de negocio no era realista, como así ha sido, y en interés de sus accionistas. Aunque el Gobierno le hizo pagar la factura a través de una derrama ad hoc para el banco a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD).

Tras seis años de vida, el reto de Sareb para el mercado es acelerar el ritmo de ventas de activos sin llevarse por delante el capital y pedir más dinero a los accionistas. De hecho, el año pasado estuvo contemplando una gran venta de activos -Proyecto Alpha- que finalmente paralizó por la falta de provisiones.

Volver a la sección