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El presidente de Caixabank, Jordi Gual. / D. Torres |
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Las dos entidades no contemplan participar en la operación que baraja el Gobierno para la entidad que preside Goirigolzarri.
Podrá haber boda, pero no será con estos novios. Tanto Caixabank como Sabadell no se plantean la fusión con Bankia que se baraja en el Gobierno y en el mercado para poder cumplir con la privatización de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri a finales de 2021. Los máximo responsables de ambas entidades han coincidido en la respuesta a esta pregunta en las ruedas de prensa de resultados que ofrecieron ayer en Valencia y Madrid para hacer balance de 2018 y anunciar las previsiones de cara al año actual.
En el caso de Caixabank, el consejero delegado de la entidad, Gonzalo Gortázar descartó contundentemente tener interés en asumir Bankia por medio de una fusión y aseguró que el equipo está absolutamente centrado en las operaciones ya abiertas, como el encaje de la portuguesa BPI o el ERE en negociación. Sin embargo, ni Gortázar ni el presidente de la entidad, Jordi Gual, quesieron reconocer la existencia de contactos por parte del Gobierno ofreciéndoles esa opción, que es considerada como la más verosímil, generando con ello un nuevo campeón nacional y reforzando la política de concentración del sistema financiero que se defiende desde las instancias oficiales.
A 360 kilómetros de distancia, en la sede operativa de Sabadell en Madrid, el presidente Josep Oliu también alejó los rumores sobre la posibilidad de comprar Bankia al asegurar que la entidad no pretende efectuar ninguna operación para crecer de manera inorgánica en los próximos años. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) cuenta de forma directa e indirecta, a través de BFA Tenedora de Acciones, con una participación en Bankia del 61,4%, y el Gobierno ha retrasado dos veces el plazo para desprenderse de esta participación. En el mercado se especula con la posibilidad de que una entidad adquiera Bankia para acometer así su privatización y se asegura que el Gobierno ya está tanteando aspirantes.
Sin embargo, Oliu echó balones fuera: «En los próximos años no tenemos ninguna intención de hacer ningún crecimiento no orgánico», antes de añadir que no habrá cambios en el plan estratégico del grupo más allá de la parte de TSB (el banco británico de su propiedad) y que la estrategia se centrará en la adaptación y transformación del modelo bancario al nuevo entorno tecnológico digital.
Respecto a la posibilidad de devolver la sede a Cataluña, ahora en Alicante, el presidente de la entidad indicó que «ocurrió lo que ocurrió» y que, aunque no hay nada sobre la mesa, «tampoco hay nada definitivo». «Estamos en Alicante, cambiar la sede es algo muy difícil y esto es algo de filosofía vital: no hay nada definitivo en la vida. Pero en estos momentos y con la situación que vivimos no hay nada previsto», apostilló el directivo.
Los planes de la entidad tampoco contemplan el cierre de oficinas o la reducción de su plantilla en España. En este sentido, Oliu indicó que todos los años la plantilla desciende en una cantidad pequeña, con lo que se van absorbiendo los aumentos de productividad, por lo que no tiene intención de acometer ninguna actuación especial en este sentido.
Un ajuste «lo antes posible»
En el caso de Caixabank, en plena negociación de un expediente de regulación de empleo, prevé concluir con la reestructuración de la plantilla «lo antes posible». En todo caso, Gortázar no se arriesgó a dar una fecha para su finalización, atribuyendo algunas especulaciones al ambiente de negociación, con posiciones todavía «diferentes» entre la entidad y los sindicatos. En todo caso, el consejero delegado confía en que se alcance un acuerdo, si los sindicatos «son realistas».
Sobre el negocio, el presidente de Caixabank, Jordi Gual, destacó que 2018 ha sido un año complicado por las tensiones entre EE UU y China y los tipos de interés. Para este ejercicio estimó que el crecimiento sea «un poco inferior» por los focos de tensión internacional y nacional, pero confía en que se vaya «de menos a más».
Respecto a los tipos de interés, prevé que el tono de debilidad lleve al BCE a unos tipos «muy bajos en un periodo muy prolongado». Confía en que demanda interna mantenga un buen tono y los gobiernos de España y Portugal aprovechen para reducir deuda y ganar productividad. |