Con la destitución del alto cargo se sabe quién no será el relevo del presidente, pero poco más
¿Quién manda hoy en el primer banco español? Pues en ese sentido, nada ha cambiado. Isidro Fainé Casas (Manresa, 1942) prosigue más firme incluso que en el pasado. La historia, entendida como la acumulación personal de experiencia y unas dotes de seducción desarrolladas, parece darle más seguridad. Escucharle en la distancia corta sigue siendo un privilegio para cualquier observador. Nadie le reconoce una autoridad despótica en su entidad, sino esas jerarquías intangibles más propias de la sabiduría y la astucia atesorada para el mundo de las altas finanzas. Diríase que con su última maniobra, Fainé ha comenzado a tejer a su alrededor una cierta leyenda como banquero catalán, categoría que se reservaba a su antecesor y antiguo jefe Josep Vilarasau.
Ha dibujado el presidente del grupo con sus 72 años recién cumplidos un nuevo núcleo de poder rejuvenecido. Caído Nin, los ejecutivos que atesoran el verdadero poder a la sombra del jefe Fainé son Gonzalo Gortazar, Jaume Giró y Antoni Massanell. A este último le ha costado un tiempo purgar que no supo elegir bien quién era el caballo ganador en los tiempos finales de Josep Vilarasau y coqueteó con Antoni Brufau.
La destitución amable de Nin ha aclarado algunas dudas sobre qué pasará en 2016 cuando Fainé deje el banco. Sabemos quién no será su relevo.
Los nombramientos realizados no dan pista alguna sobre el perfil del sucesor. Salvo, claro está, que Fainé nos dé alguna otra sorpresa en breve.