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El culebrón de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) no acaba con su venta al Banco Sabadell; Es más, esa operación se ha convertido, indirectamente, en un quebradero de cabeza para los 50000 clientes repartidos por toda España -también en Galicia- atrapados con sus cuotas participativas, un instrumento similar a las acciones que la caja alicantina sacó al mercado hace unos años. Su cotización ha quedado suspendida por la CNMV como medida de precaución ante los vaivenes que estaba dando en las últimas semanas, y tras las declaraciones de directivos del Sabadell, que dejaron claro que esas cuotas no tienen ningún valor. Si se quedaran a cero, sería un caso de crac inédito en el mercado de valores español.

Las cuotas participativas siguen hoy formando parte de la CAM, de lo que no se ha vendido al Sabadell. La firma catalana se quedará, por 1 euro, con el Banco CAM, al que se ha pasado todos los activos y pasivos de la antigua caja. Esta, la caja, se ha quedado con las cuotas, las oficinas en Miami -porque Estados Unidos no ha dado el visto bueno a su paso al banco- y con la obra social. Algo parecido hizo Novacaixagalicia cuando pasó su negocio financiero a Novagalicia Banco. Pero, a diferencia de la CAM, no tiene cuotas participativas, un instrumento único en el sector que solo empleó la firma alicantina.

Sin embargo, los representantes de los clientes quieren negociar directamente con el banco que preside José Oliu para proponerle una «solución digna». Así se lo piden en un comunicado remitido ayer al Sabadell desde la Asociación de Impositores de la CAM. La salida, reclaman, es un canje: cuotas de la caja por acciones del banco. O recompra de estas por un precio consensuado. «Pero algo hay que hacer cuanto antes», explicaba ayer Víctor Baeta, presidente de esa asociación.

Soluciones más expeditivas

¿Qué pasará si no hay una solución? Los representantes de los impositores tienen ya lista una demanda contra la CAM, lo que queda de ella y sus gestores, por «contratación irregular», al entender que a sus clientes no se les explicaron los riesgos que asumían. «A ahorradores de toda la vida en la Comunidad Valenciana y en Murcia se les colocaban esas cuotas en las oficinas, incluso presionados por el director de turno, también se exigía la compra de cuotas cuando se quería firmar un préstamo», recordaba Baeta.

Esa demanda no iría con el Sabadell, que nada tiene que ver con las cuotas, pero la siguiente medida sí afectaría a sus intereses, al menos a los de su nueva entidad: «Pediremos a los clientes que retiren de inmediato sus depósitos y cuentas de la CAM, y al comprador no creemos que le interese entrar con mal pie entre la clientela».

Tampoco contribuyó a despejar dudas la todavía ministra de Economía. Dejemos al Banco de España, a la CNMV y a la propia CAM que nos indiquen cuáles son los próximos pasos a dar», dijo Elena Salgado.

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