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 Siento que tengo tantas cosas de decir, que se me atropellan las palabras; No sé cómo trasladarles que soy una persona enormemente positiva, que soy de la opinión de que cualquier pensamiento negativo te envenena y por ende te  envejece;  Pensaba irme mirando hacia delante y procurando olvidarme de todo cuanto he vivido en el curro estos meses, pero he decidido que la mejor forma de tirar p’lante es hablar del tema.

 Antes de recordar todo cuanto quiero olvidar, hablaré de nosotros. De las batallas ganadas en las oficinas y en la calle, de aprender a tragar cuando muchos parecían tener más información que nosotros, o cuando desde arriba nos mentían y manipulaban, de cuando luchábamos por evitar esas fugas cuya gestión te cuestionaban. ¡Compañeros, somos personas muy valientes! Yo he estado en las trincheras como ustedes y los he estado observando. Hemos hecho piña ante el mal tiempo. Hemos aunado sentimiento y ha funcionado el equipo.  Somos buenos, ¡Sí señor! ¡Somos muy buenos! Porque el temporal no amaina y los que se quedan en el barco siguen erguidos. Mi más sincera admiración a mis valientes compañeros.

 Nos pidieron que vendiéramos, por lo menos 1000€ en cuotas todos los días, incluso nos dieron una palmadita de ánimo porque funcionaba mejor que cuando nos pedían grandes cantidades. Les vendí a amigos, a mis hermanos e incluso a mi abuela, tan sólo a una semana de que nos comunicaran que se comprarían a 4,77€  ya que  un banco no podía emitir cuotas ¡Vaya, qué sorpresa! HIJOS DE P…. Recuerdo las caras de mis  hermanos algo más de un mes después, cuando supieron que incluso, esa compra, era tarea imposible. Sólo pude emitir un desolado, lo siento. También había convencido a otros a contratar esos estúpidos estructurados  que te paralizan la pasta durante 3 años y no te dan ni un céntimo. Deuda de la Generalitat, también a mi abuela, 87 años, ella lo hizo por mí, y yo  por la oficina, por la entidad. Tantos clientes, tantos amigos, tanta mierda, para que me diga el  director de  zona que como criterios para quedarnos o irnos se tomaron algunos imaginarios y otros como los CRM’s, el SDP y los cursos de las narices. ¿Cuántos clientes captaríamos muchos de nosotros en la calle, tomando unas cervezas, mientras otros hacían los cursos en casa?

Me voy sin saber cuáles fueron los criterios que tuvieron en cuenta  para considerar que mi puesto de trabajo en CAM era prescindible.  Presuntamente  Don José María Grosspietsch Rodríguez  hizo uso de su poder divino para establecer los cuestionados criterios.

Soy consciente de que mi historia es la de muchos, que mientras vendía todo eso, simplemente estaba desempeñando mi trabajo. Ya lo sé. Pero, me hubiera gustado que en algún momento, alguien le hubiera dado más peso a  ese trabajo que a la relación que pudiera tener con mis jefes o a mi simpatía para con ellos.

Nos reúnen el cinco de septiembre en Tenerife, estoy de vacaciones, pero me nominan y cumplo.  Tras el monólogo entramos en los ruegos y preguntas y es en ese momento cuando a una pregunta de Klaus y después de irse por las ramas, como es habitual, José concluye  diciendo que allí estábamos  los peores empleados. Obtuvo la callada por respuesta, siempre he considerado que el silencio es la mejor manera de desprecio, pero yo apenas alcancé a sentir pena por él, algo de vergüenza ajena y mucha pena.

Reúne ante él a un grupo de adultos maduros, cada uno con una vida laboral  a sus espaldas, un bagaje de vida y experiencias profesionales;  a un grupo de trabajadores  que han vendido  cuotas participativas, participaciones preferentes, renta fija, carísimos seguros de hogar, de auto, que han tenido que desayunar todos los días con rumores de quiebra, con primas millonarias, con intervenciones. Un grupo de soldados curtidos en las trincheras de la CAM, y lo único que se le ocurre decir es  “Aquí están los peores” ¡Por Dios! como mínimo un curso de oratoria y un diccionario, que el español es demasiado rico como para ningunearlo así.

       El director de la zona Canarias II es titular del pleno dominio de la totalidad (100%) de un ego infinito que le hace estar encantado de haberse conocido. El lunes se acercó a la oficina a entregarme el finiquito y le comentó a varios compañeros que nunca me había visto tan contenta. Concluí en pensar, que realmente, Nunca me había visto.

 En fin, dice una amiga mía que el paro te pone más guapa. Mira tú, dónde va estar el secreto de la belleza. No quiero ni pensar como estaría de buena con una pensión vitalicia.

 Insisto.  A mis compañeros de trincheras. Un placer. Nos vemos por el mundo.

 Nieves Isabel de León

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