Como Vicepresidente de la Caja no ha hecho nada, que se sepa, para denunciar o impedir el supuesto latronicio de sus compañeros.
GARCÍA MARTÍNEZ - Como a don Ángel Martínez lo trato como amiguete, pues por tal lo tengo, podrá parecerle al lector que los achuchones que le vengo dando en estos últimos días son propios de un cachondeo que nos llevamos entre ambos dos. Un divertimento/divertimiento. Incluso él mismo podría pensar que algo hay de eso. Pero no. Hablo muy en serio. Y no porque quiera molestarlo, que no quiero, sino porque he tenido el atrevimiento de arrogarme la representación de las gentes de bien de Murcia, que requieren su versión explicativa de lo acontecido en la CAM.
Ha sido, -por su gusto y promoción- presidente de la Territorial de Murcia y vicepresidente del consejo de administración en Alicante. Todos los consejeros están ahora mismo en la calle. No les está permitido entrar en la sede de la entidad, ¡ni siquiera para hacer una imposición! No se trata del empleado que se ha dejado la vida en la CAM, y ahora se topa con que, sin tener culpa ninguna, lo pueden echar a la puta calle. Hablo de un jerarca mayor. Es bien cierto que nadie ha dicho que don Ángel Martínez se haya llevado un duro ilícitamente. Cojonudo. Me alegro por usted y por los impositores. Eso le honra. Pero también es verdad que, desde tan alto cargo, no ha hecho nada, que se sepa, para denunciar o impedir el supuesto latronicio de sus compañeros.
No exigimos nada del otro jueves, sino de este jueves que vivimos hoy, festividad de San Aca, patrón de los acaparadores. Sencillamente, que nos dé su versión sobre qué diablos ha sucedido en la CAM. ¿Esto es mucho pedir? ¿Es mala leche de un periodista algo ingenuo y descreído? No, don Ángel. Es algo de sentido común y justicia justificativa. Ángel mío: le damos veinticuatro horas. Y si no responde, iremos al Tribunal Internacional del Honor, allí donde radique, si es que radica.
Esto no es chulería, amigo mío, sino una obligación, la suya, que conlleva haber aceptado un cargo, sabiendo que era de cajón estar a las maduras y a las duras. No me tome más el pelo. Que el otro día me saludó tan pancho y cordial en la Asamblea, pero no me dijo ni mu sobre este particular, no mío, sino de todos. Y si es que la normativa le impide manifestarse mientras la CAM esté intervenida, pues dígalo, jefe. Y ya parlaremos otro día que Dios amanezca. Si amanece.
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